/0/20563/coverbig.jpg?v=062506934bedac9da8e3a56418bff947)
ntentó matarme, usó a nuestra
colegiatura yo misma estaba pagando, él montó un fals
ernas amputadas, sin mi útero, conv
apel del cónyuge desconsolado, prometiéndole a la p
surrarle a nuestra
que mami creyera que estabas en peligro. E
la destruyó lo que
e cae mejor. Es m
. Fingí mi propio suicidio y desaparecí. Ahora, tres años después, he regresado. De pie sobre dos piernas de
ítu
vista d
ntentó matarme, usó a nuestra
esposa que había descubierto que su marido se acostaba con
a Wil
Brenda Williams fue la primera iniciativa que lancé por mi cuenta, un programa diseñado para sacar a jóvenes ambiciosas de la pobreza y llevarlas al futuro que me
a. La más
la del celular de mi esposo, que él, tontamente, había deja
a noche. Ponte la camisa
emblor que había comenzado en mi pecho. La contraseña de Eugenio era el cumple
alabras dulces, planes sórdidos y fotos que jamás podría borrar de mi
lengo y discretos eventos de caridad, colapsó en un vacío silencios
que de hielo. Era guapo, carismático, el hombre que se había hecho a sí mismo y que había logrado entrar por encanto en una de las familias más antig
r. ¿Qué ha
é su t
as, al
tro, usualmente una máscara de c
puedo ex
z plana-. Solo... no lo hagas
nto de perder su llave de acceso. El penthouse en Polanco, la casa de fin de semana en Valle de Bravo, el puesto en el consej
bajo y conciliador que usaba cuando yo cuestionaba
chica de veintidós años. Una chica a
i propio teléfono. Era mi madre. El chisme de la a
en serio -comenzó sin preámbulos, su voz crispada de desapro
, me
silencio. No echas por la borda una década de matrimonio y arr
fría burbujear
aventu
significantes. Piensa en Sofía. Piensa en nuestra r
do, pero la vergüenza fue rápidamente reemplazada por un destello de
dad-. Podemos superar esto. Solo la estaba... guiando
tu cuello no era "orientación", Eugenio. -Lo había visto la semana pasada y había
na chiquilla que me admira. Tienes casi cuaren
e-. No te atrevas a usar mi edad en mi contra después de que
. El golpe di
ue solo sexo. Lo vi en la forma en que apretó la mandíbula, el instinto pr
ría demasiado arriesgado, cuando mi familia empezó a susurrar sobre la falta de un heredero varón, él me había abr
hace sei
un fantasma, b
je, mi voz g
ena
ndrá los papeles del divorcio listos por la mañana. Los firmará
des hac
nviar el historial completo de mensajes a la revista *¡Hola!*. Y a t
a extraña, un monstruo que nunca había visto antes. El mied
s sonó su
nía. Su otro teléf
on los ojos desorbitados por un nuevo tipo de
hó, su rostro descomponiéndose-. N
un pánico tan real que superó toda mi ira
con voz ahogada-
. El suelo se incl
estás h
ió el t
rque. Quieren... q
crepitó a tra
en la zona industrial de Vallejo. Venga sola,
zo pequeño y aterrorizado
i! ¡A
z de Sofí
a voy! ¡Mami ya va!
ea se
segundo teléfono de Eugenio. Todo lo que podía oír era el
e agarró
tal vez deberí
a, mi corazón martilleando contra mis costillas co
ridentes. Estacioné el coche, mis manos temblaban tanto que apenas pude apagar el mo
vernoso resonando con el got
grité-. ¿D
Hombres de aspecto rudo, sus rostros duros y sin sonris
araña en el cuello, me miró de arriba abajo. Sacó un
s ella
mi terror. Me rodearon,
i voz temblando-. Les daré lo q
io, un sonido
Dijo que te dijera que el prec
nero, pero esa cantidad de efectivo no estaba simplement
. Tomará tiempo. ¿Quién es su patrón? Déjenm
hombre se oscu
esto es una
ló en mi mejilla cuando su puño conectó con mi cara. Tropecé
o, mis dedos tratando frené
e la mano y lo estrelló contra el suelo de concreto. La pantalla se
e rodillas, jadeando por aire. Otra en la espalda. El
samiento me mantenía consciente. Sofía. Tenía
o sucio-. Tómenme a mí. Lastímenme a mí. Solo
l sonido fue
a se estrelló contra mi costado, una y otra vez. Oí una costilla crujir.
El mundo no se desvaneció a negro. Se hizo añicos
-

GOOGLE PLAY