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Historia
De las cenizas: El regreso de la esposa indeseada

De las cenizas: El regreso de la esposa indeseada

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1849    |    Actualizado en: 07/11/2025

a Ciudad de México. Yo era una consultora de lealtad a la que le pagaron cien millones de

barazada de nuestro hijo, su rostro se convirtió en una máscara de piedra. F

ento", dijo, su voz fría como

a hacía efecto, lo escuché dar una última y cruel orden al doctor: "Una

convirtió en un odio gélido. Tomé un celular de prepago que no había tocado en años y envié un ú

ítu

idad de los ricos y poderosos, un servicio que ofrezco por una tarifa que dejaría a la mayoría con la boca abierta.

ue ofrecían un rayo de esperanza tenían un precio astronómico, mucho más allá de lo que mis escasos ahorros podían cubrir. Así que aproveché mi único y verdadero activo: una asombrosa

de una dinastía filantrópica tan poderosa que su nombre estaba grabado en el tejido mismo de la Ciudad de México. El desafío, planteado por un

pronóstico

e a mí, el sol de la tarde brillando en su cabello dorado, y deslizó el anillo con el sello de los De la Torre en mi dedo. En su propia muñeca llevaba la

rente a cientos de invitados, reprodujeron grabaciones de mis reuniones iniciales, mostraron el contrato, la apuesta, la naturaleza fría y calculada de todo nuestro noviazgo. Un jadeo colectivo reco

quebrantable. No miró a la multitud, sino directamente a mis ojos, y su voz, clara y resonante, llenó el esp

os hombres que habían perdido la apuesta, sino directa

parecieron por completo. Yo, que había entrado en el juego por dinero, me enamoré genuina y desesperadamente. Olvidé a la consultora

añicos con la llegad

e notoria reputación turbia. Era todo glamour resplandeciente y bordes afilados, una criatura de impulsos e inme

pio. "Tengo esposa, Fabi

ma. "Por favor, Javier. Eres el único en quien puedo

una condición. "Tres días.

yo misma al aeropuerto privado de Toluca, mi corazón un tambor frenético contra mis costillas. Tenía n

s. Se veía diferente. La calidez en sus ojos había desapar

Y tengo la noticia más increíble". Tomé una respiración profunda, mi

con

ue adoraba, se convirtió en una máscara de piedra. No

posaron en

entas de sándalo

"¿Javier? ¿Qué pa

osesiva en la barandilla, una sonrisa triunfante jugando en sus

orazón comenzando una caída len

eré yo quien lleve al heredero de la familia De l

gido en mis oídos. Me volví hacia Javier, suplicándole con los ojos que

"Fabiola tiene razón", dijo, las palabras como fragm

s. "¿El peor momento? Javier, es

rmó, no como una sugeren

con incredulidad. "No, Javier, no

a se tensó.

rme", sollocé, ag

que yo reconociera. Hizo un gesto a dos de sus hombres de s

crudo y animal de terror y traición. "¡

los brazos. Luché, pateé, arañé, mis súplicas resonando en la pista, pero fue in

. Estaba mirando a Fabiola, una sonrisa suave y tranquilizadora en su rostr

o se os

a antiséptico y desesperación. Javier llegó más tarde, luciendo tan impeca

a", dijo, su voz un murmullo baj

escupí, las lágrimas calientes

hacia el médico. "Proce

Mientras la anestesia comenzaba a deslizarse por mis venas, escuché su

café, "una histerectomía. Quiero asegurarme de que no haya más... contrat

garganta, pero fue tragado por la oscuridad que se acercaba. Mi cuerpo, mi

jo, un vacío hueco que era más que físico. Era una caverna tallada en mi alma.

nte. Trajo flores, azucenas caras

dolas en la mesita de noche. "

daban lágrimas. "No hay un 'nosotros'",

. "No seas dramática, Elena. Sigues sie

abía extinguido, dejando atrás solo el vacío negro y helado del odio. Se fue,

lar de prepago, un dispositivo irrastreable que no había tocado

a ofrecido una suma astronómica por una misión diferente, una que finalmente había rechazado. L

iptados. Mis dedos, torpes y débi

mposible de rastrear. El precio

é en

antánea, como si hubi

ti en qu

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