por Ni
in ejercicio. Y la Dra. Emma Miller era e
de operaciones. La segunda cirugía del día, una compleja derivación aorto-coronaria. Necesitaba concentra
ón silenciosa y obediente de mi voluntad. La música instrumental sonaba,
r," ordené, extendie
garre perfecto
tillas, en la pos
luida. Era una cirujana talentosa, no podía negarlo. Eso solo hacía que su insolencia fuera má
ción, y estábamos en el proceso crítico de anudar las últim
uirófano, cuidadosamente controlada, s
z baja, sintiendo el sudor frío en la base
sistema del ala está fallando,"
table. Mi concentración se rompió por la incomodidad física. Mis guantes d
z ligeramente áspera. "Necesito el por
se cerca de su gorro. Ella se la limpió con el dorso de su brazo, un
ba que ese nudo fuera perfecto. En ese momento, sentí algo tibio y resbaladizo
que había resbalado por la sien de Miller
to, visceral. La disc
no de golpe. Nunca, en diez años de carrera,
apelera. Todo el equipo se había quedado paralizado. El corazón del pa
tro no era de miedo, sino de u
Doctor Brown
esterilidad, había arriesgado mi toque, mi control sobre la situación. "¿Se da cuenta de lo delicado que es el campo quirúrgico ahora mismo
castaño y húmedo cayendo a sus hombros. La rabia en sus oj
Todos estamos empapados. ¿Quiere que me disculpe por ser humana?
ser la causa de él," grité, sintiendo cómo se me subía la
en medio de una cirugía. "Usted está tan obsesionado con el control que cree que puede manejar el caos como si fuera un escalpelo. Yo no puedo. Yo siento la urgencia, el pánico y el ca
enciosamente mientras yo me preparaba para esta cirugía, me dio un go
iento chocando contra su mascarilla. Pude ver el temb
ido. "Ni en el quirófano, ni en mi oficina, ni en el pasillo. Yo soy la autoridad aquí. La próxima vez que actúe por im
sidad de la disputa... Todo se mezcló en una violenta, innegable química que no era sexu
para mí. Dra. Miller, termine el cierre," ordené con la voz áspera. "Luego, espéreme
o, tanto como yo la detestaba. Y ese odio era lo único que

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