img De Novia Despechada a Reina Despiadada  /  Capítulo 3 | 15.00%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1058    |    Actualizado en: 11/11/2025

sta de Auro

e se detuviera. Me quité el vestido empapado y me envolví en una toalla, mis movimientos rígidos y robóticos. C

s compartido durante años, y estaba envolviendo suavemente una venda alrededor del dedo de Kiara. La luz de la lámpara suavizaba las líneas de su rostro, proyectand

para ella.

sus ojos se nublaban cuando hablaba de mi trabajo. La impaciencia en su voz cuando lo llamaba a la oficina. Las innumerables citas

r un vaso de agua y encontré a Kiara sentada en mi mesa del comedor, bebiendo té de mi taza favorita. Llevaba una de las

sonrisa perezos

, Aurora. ¿D

irigiéndome

e proteger del mundo. -Su sonrisa se ensanchó-. Pero incluso el jarrón más hermoso es solo un objeto. Vacío. Es la gente como yo, gente con dolor

profesional -di

lando con malicia-. Me lo contó todo, ¿sabes? Sobre la boda. Sobre cómo no podía soportar verme herida, así

hándola de sus labios,

oz peligrosamente baja-, no es un pr

se

e. ¿Quieres ver cuánto has per

iendo de la encimera. Sus movimientos fueron rápidos, delibera

me hacia atrás mientras mi piel estallaba en ronchas rojas

Alejandro entró, con s

está p

uelo, agarrándome la pierna. Por una fracción de segundo, vi u

s Kiara romp

a prepararle un té a Aurora para disculparme por lo de anoche, y ella... e

acta por la auda

ón por mí se enfriaron lentamente, reemplazados por una familiar

aprobación-. ¿Era eso realmente nec

e todo haciendo que el dolor fuera aún peor-. ¡Mira mi

e bu

emostrar que mi prometida es una abusona? ¿Tienes idea de cómo te hace sonar eso? Estás emp

engañado a mi madre moribunda y luego tuvo el descaro de llevar a su amante a su fune

a pensar. Lo abofeteé, con fuerza, e

ubiendo a su mejilla. Ni siquiera

mento para soltar o

. la que me corté ano

. La tomó en sus brazos, su rostro un

ospital, para qu

levaba a mi l

arte a que te revisen esa quemadura -dijo, su voz

se f

mi vida, una risa amarga burbujeando en mi garganta. Estaba enviando a su c

Alejandro del Monte -le su

ido, corriendo al lado de l

a el hospital por mi cuenta. No iba a esperarlo más. Ni para que me

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