SU CIERVA, SU CONDENA: una historia romántica erótica del billonario / Capítulo 5 Déjalo salir | 12.50%vista d
a apartar la mano de nuevo, pero él me sujetab
aba segura de q
o con voz grave. "
aba contra su pecho. Sentí su calor y sus músculos tensars
r persona normal apartaría la mano y
aba nublada y no paraba de gritarme que ese ho
nto me gustaba la
lo sabes todo sobre tus empleados, pero ningún jefe estaría tan loco como para memori
a manera, sabes que tengo una hermana
Ni siquier
ue se
eños círculos inseguros sobre su pecho. Estab
suavizaba todo: mi miedo, mi
izquierdo de su camisa. Tinta negra, líneas nítidas que estaban conecta
ía v
ería con
acía que sus ojos se oscurecieran y sus músculos
que
e miraba como si q
e verdad quieres
pero con un matiz de dureza, autoritario en cierto modo. Tuve la s
ecidiendo responder con sinceridad. "
i idea de por qué, pero en medio de todo este ca
e de Tyler, sino porque, por primera vez en mi vid
, y yo l
sé por qué me estoy comportand
en la mía. "Pero
ucho que te
aric". Solté una risa amarga, sintiendo que mis emociones me abru
o contaba, pero no po
e años y ni siquiera me di cuenta. Fui ta
e ese desconocido. Sin embargo, en cuanto me
rofunda y ronca mientras susurrab
acerlo. Seg
me ro
tra su pecho, con los puños apretando la tela de su camisa y el cuerpo
ajo por mi columna vertebral en lentos c
labra", pronun
as lágrimas con el dor
rza contra la caja torácica mientras me apartaba unos mechones detr
ente as
udaré a conseguir la v
aba confundida. "¿Quién dice que quiero v
tras decía: "No puedes negarlo, Meadow. Quieres venganza. Contra Tyler
rás. No porque no lo quisiera cerca de mí
red y Alaric se inclinaba hacia mí, con l
e sexy. Y cada una de las palabras qu
e peli
había arruinado la vida mucho antes de esta noche, y ahor
querrías a
lengua salió para humedecer la suy
quebrarte", expresó. "Y me tocaste
a, y no pude respirar. "No siento, Meadow". Su cálido aliento acarici
Pero él no esperó a que respondiera, ni a que
er. Un nuevo nombre. Uno que no puedan tocar. Uno con el qu
dónde ir. No había escapatoria. 'Sí
fueron lentas. Intencionadamente
e conm
luchaba por encontrar una r
cabeza una
mí y por fin
o me conoces. Ni siqu
dow", replicó, con la mandíbula
los pulmones otra vez.
acer que paguen", declaró. "Todos ellos. Cu
a preguntar, aunque
, tan profunda, casi un gruñido
da y el calor volvió a acumular
lor se hubiera
ntras el peso de todo caía sobre mí. Ni siquiera me di cuenta d
la mano hacia su pecho de nuevo, pero esta vez
voz ronca, con las fosas nas
vencerme de
d que lo
sa en mi mente: la necesidad de sentir lo que J
boca y los ojos fijos en los
me quites la

GOOGLE PLAY