img La luna que le faltaba al rey  /  Capítulo 1 La noche del quebranto | 8.33%
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Historia
La luna que le faltaba al rey

La luna que le faltaba al rey

Autor: Яoma
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Capítulo 1 La noche del quebranto

Palabras:1119    |    Actualizado en: 19/11/2025

eco. Primero fue el zumbido en los oídos, luego la pared entró de costa

la bota cayó una vez más directo al ant

ndí hace tiempo que los gritos solo lo animaban. Aguanté la res

"pa

os decían venerar-, decidieron que yo era útil como ejemplo. Un trapo con pulso. La hija de los caí

laba la parte trasera de la cocina, creían que nadie en su sano juicio huiría descalza y con un

re olía a pino húmedo y h

as un murmullo adormecido, una brasa. Desde niña lo había sentido, per

cabeza

y se enderezaba con cada paso, y yo rezaba a cualquier dios de lobos que aún me mirara; solo un poco más, solo un p

nuestros o si había traspasado sin darme cuenta los límites. Daba igual. Si me encontraban los mí

cuidada. Una brisa levantó el borde de mi camisón y me heló el sudor. Tropecé con una raíz y, es

o cómo me mojaba el mentón y su sabor al mezclarse con la sangre del labio partido. El zumbi

ces l

as

ra, dicha con

tormenta. Mi lobo prendió. Un latido nuevo, hondo, le respondió desde mi pe

res? -qui

, hombros anchos, imponente. Noté la manera en que

e tratarte

delicadeza que contradecía el tono de su voz. Sentí la yema c

moretones -murmur

llas. Me mordí la lengua para no gr

por qué me ay

e no tolero a los cobardes

jó desde abajo, como si quisiera sacar la cabeza por fin. No estaba preparada.

es? -pregunté, for

spondió. Luego alzó la vista como

eros. Los reconocí por la manera de plantar los pies, por la mira

cicatriz en la ceja-. El períme

ese gesto simple hubo obe

rdenó-. Agua

os, con los ojos bajos. El tercero sacó un rollo de vendas y una tabla de entablilla

ayor acercó las vendas. Fue un ref

encima sin tu permiso -d

á. Pero el dolor me tenía sin fuerzas y el olor de él... la parte que era

en

ba sudor frío. El joven me dejó la cantimplora en la mano buena y bebí sorbos cortos, cuidando de no atragantarme. El rub

miró al líder-. Se puede

volvió a mí-.

ñigo, la que corría por estos bosques sin miedo cua

-pude

ombre re

fuerza. Su voz decía mi nombre como si l

Rey de los Alfas: el que unía clanes para detener guerras que otros provocaban p

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