img El último adiós de un monstruo  /  Capítulo 2 | 20.00%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1036    |    Actualizado en: 26/11/2025

Perspe

ación, agitada e irregular. Entonces, el teléfono sonó de nuevo, vibrando violentamente en mi mano. Carlos. Mir

a amenaza. Dejé que todo se fuera al buzón de voz, mi dedo flotando sobre el botón de bloquear. Tod

os: No te atrevas a hacer esto, Elena. ¡No te a

sonrisa sin humor. ¿Arrastránd

é. "¿Qué quieres, Carlos?". Mi voz era plana, des

crees que estás haciendo, Elena? ¿Terminar las cosas? ¿Así como si nada? ¿Después de todo lo

sechable? ¿Quién fue desechable cuando yo estaba en una cama de hospital,

reemplazado por la ira. "¡Eso no es justo, Elena! ¡Brenda me necesitaba! Su abuela andaba deamb

nico. Lo dijo con tal desdén, como si mi cuerpo convulsionando y mis pulmones negándo

ración era una lucha, un jadeo desesperado por la vida. Mi inhalador era inútil, mi visión se nublaba en los bord

ue él estaría allí, que me salvaría. Entonces su teléfono sonó. La voz de pánico de Brenda, frenética y exagerada, cortó

, pero luego su voz se suavizó. "Brenda,

grimas corriendo por mi cara. "¡Por favor, Carlos! ¡Me estoy m

ente pensó que era razón. "Elena, Brenda está sola. Su abuela tiene demencia, eso es serio. Solo necesitas intentar calm

icado, rogado, incluso amenazado con no volver a hablarle si me dejaba. Él simplemente había dicho: "No seas

a sala de emergencias, bombeándome oxígeno y medicamentos. Sola cuando finalmente me estabilicé, débil y aterrorizada, el fantasma de su traición un peso frío en mi

eno, "no necesito intentar hacerte ver como si no te impor

a la basura todo lo que construimos! ¡Te arrepentirás! ¡Volverás rogando, te juro por Dios que lo harás, y cuando lo

us ojos llameantes. Esta era su táctica habitual. Gritar, culpar, amenazar, y

"¿Y sabes qué es lo gracioso? No siento absolutamente

erado una pelea, lágrimas, una súplica desesperada

sde su lado de la llamada. "Carlos, bebé, no dejes que te moleste. Solo está desqui

ón se está volviendo vieja. Y Carlos, antes de que empieces otra de tus patéticas peroratas, solo quiero que

no era una pelea. Era una ejecución. Y yo era la que apretaba el gatillo. La oleada de ira, la amargura, el dolor, todo se estaba transmu

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