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nio perfecto con mi esposo, Daniel, y un laz
é un video oculto en nuestra laptop, esco
pos entrelazados. Escuché a mi esposo prometerle a mi mejor amiga que nunca me
vez me salvó la vida. Toda su relación, su falsa enemistad, no era más que u
a correr a su lado después de un falso accidente
o de mi mano estrellándose contra su r
mos a d
ítu
ÍA
, un temblor que comenzaba en lo más profundo de mi ser y se extendía hasta la punta de mis dedos y mi man
lo impensable. Era un video, oculto en una carpeta que no debía encontrar, una carpeta simplemente et
hotel, o quizás otro lugar completamente distinto. Valeria, mi mejor amiga, ya estaba allí. Levan
mi amor -ron
antes hacía que mi estómago se revolviera de
abes cómo se pone Sofía. -Le guiñó u
ción. Siempre interpre
co, pero su mirada se detuvo
es que no sospecharía nada, inc
gió de hombros
ó la mano, trazando la línea del brazo de V
rme a verlo de nuevo se sentía como una forma perversa de autotortura. Mis ojos se nubl
n beso largo, profundo, innegable. Era un beso de amantes, de personas que compart
ás. Cosas con mi esposo. Cosas con mi mejor amiga. La imagen me golpeó, cruda y brutal. Fue c
rodillas se doblaron. Me desplomé contra el frío azulejo del baño, la laptop todavía brillando con su traición
como un castigo por algún pecado desconocido que yo había com
hace años. Éramos tan jóvenes, tan llenos de esperanza. Yo
rmana -dije radiante, entrelazando nuestros
ña y tensa en sus labios. Lo atribuí a
, con la cabeza en su pecho-. Valeria es la persona más importa
la frente, suave
y a encantar, no te preocupes. -Pa
s ojos de Daniel cuando vio a Valeria por primera vez. Una momentánea falt
e por fin, Valeria -di
nte cálidos y brillantes cuando me miraban, estaban
a antes le había escuchado-. Solo asegúrate de tratar bien a Sofía. S
mis mejilla
-susurré, m
la mesa. Sin decir palabra, arrojó el contenido -un Cosmopolita
sa falsa pegada en el rostro. Luego me jaló del
se volvió hacia mí, c
n él? Es un problema. Puedo sentir
que siempre había querido. Siempre había valorado la feroz protecció
nte. Valeria miraba a Daniel, con los ojos
Prométeme que nunca la amarás de verdad. Prométeme
La miró con una intensidad que yo, to
lo eres, ne
ables, corrían por mi rostro, nublando la vil imag
tino en la pu
Estaba
ón estaba oscura, salvo por el tenue resplandor del pasillo. Ni s
ridad? ¿Estás bien? -La voz de Daniel, fam
rostro surcado de lágrimas. Se arrodilló a mi lado, con el
a? ¿Qué sucedió?
suelo, ahora se sentía como veneno contra mi piel. Me
ió a molestar a mi esposa? Haré
iéndome suavemente, como
uí. Te protegeré. Solo dime a
con una ironía grotesca. Prometía vengarme, sin sab

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