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eguí al único hombre que no podía tener: el brillante y frío cirujano, el Dr. Etienne McCarthy.
, con la voz goteando un triunfo presuntuoso, anunció su compr
ra una actuación calculada, orquestada por Kaylee. "Hice lo que me pediste, Kaylee", le habí
historia de ella de que yo misma lo había provocado. La eligió a ella, una y otra vez, incluso dejándome sangrando en una m
Algo conveniente de desechar. El amo
erdadero con un hombre amable llamado Collins. Pero justo cuando encontraba mi paz, un fantasma del pasado reapareció, con lo
ítu
ema de chismes interminables. Me llamaban despiadada, una diva, una fuerza de la naturaleza. En pantalla, era glamorosa, ingeniosa e inquebrantable. Fuera de ella, también era toda
cían que era demasiado ambiciosa, demasiado libre. ¿La verdad? Estaba aterrorizada de una conexión genuina. P
caos de la sala de emergencias como un fantasma, tranquilo y preciso. Sus ojos oscuros, usualmente fríos y analíticos, contenían un destello de algo, un indicio de fuegos profundos y ocultos. Era brillante,
s, incluso una que otra declaración pública. Siempre se negaba, cortésmente, distantemente. Su indiferencia era un muro, liso e impenetrable. So
clínica privada más cercana. No fue sorpresa cuando Etienne McCarthy entró en la sala de examen, su rostro una máscara de neutr
expediente, sus ojos escaneando, sin detenerse en mí. "El informe d
vimientos eran eficientes, concentrados. Me suturó con una precisión casi quir
bre que puede tocarme así y no conseguir una orden de restricción". Dejé
había calidez, ni un destello de diversión. Solo una mirada plana e inquebrantable. "Señorita Cabrera, este es un pr
o. Solo intentaba aligerar el ambiente, Dr. McCarthy. No todos los días una
ó, cortando el hilo con un tijeretazo. "Tiene una alta tolerancia al dolor. Lo he not
a chispa de esperanza encendiéndose
todos mis pacientes, Señorita Cabrera". Sus palabras fueron un instrumento contundente, aplastando cua
señora Wiley. Su identificador de llamadas parpadeó, un cra chillona, cargada de una acusación que siempre estaba justo debajo de la superficie. "
i nariz. "Mamá, estoy... actualment
o Kaylee? Tranquila, sensata, enfocada en algo real, no en esta vulgar farsa de la actuació
tas, ¿recuerdas? A diferencia de Kaylee, yo sí tengo que traba
Siempre lo ha sido. Después de tu abuelo... después de todo, ella necesitaba estabilidad. Todo
liciosa a la chica sensible que había debajo. Cuando murió, todo cambió. Mi madre, hermosa pero frágil, se desmoronó. Se cas
e convirtió en la sombra devota de Kaylee. Cada capricho de Kaylee era complacido, cada supuesto desaire contra ella era rec
arrastraron al estudio, mi padrastro levantando la mano. Mi madre se quedó al margen, en silencio, sus ojos llenos no de preocupación por mí, sino de una extraña e indiferente vac
de ustedes de todos modos". Los años que siguieron fueron brutales. Sirviendo mesas, luchando por audiciones, durmiendo en so
decía a
bía sido gentil, sus dedos apartando el cabello de mi frente. "Cuidado, Señorita Cabrera", había murmurado, su voz más suave de lo que nunca la había oído. "Es usted demasiado valiosa para ser tan descuidada". Más tarde lo des
ra estás escuchando? ¡Esto es importante! ¡Etienne McCarthy, el Dr. McCarthy, está compr
ó. Etienne McCarthy. Comprometido. Con Kaylee.

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