de conmoción y preocupación. "Aliza, tus pa
olo un medio para un fin ahora. Una plataforma para hacerlos pagar". Mi voz era plana, despro
familia, aunque no podían comprender verdaderamente el agarre sofocante de la manipulación de Kaylee. Vieron el dolor en
e suavemente, su mirada buscando la mía
sión. Él eligió su bando. Eligió a Kaylee. Ya no significa nada para mí". Las palabras eran una
z elevándose. "¿Cómo pudo hacerte eso? ¿Despué
gas, abiertos de par en par por la incredulidad, se fijaron en algo detrás de mí
rado bajo la luz suave. Él la miraba, una sonrisa gentil en sus labios, una calidez en sus ojos que nunca había sido dirigida a mí. Le susurró algo al oído, y ella rió, a
rillando de ira. "¡Qué descaro! ¡Después de l
o no penetraba tan profundamente como antes. El entumecimiento se estaba instalando. Sentí un ex
tarse. "No vale la pena. No valen la pena". Me obligué a respirar hondo, a calm
a la satisfacción de verme romper. Caminé hacia la salida, mis a
garon, un dolor agudo y abrasador estallando a través de mí. Jadeé, tropezando, mi rostro palideciendo. Mi vieja lesión en el homb
impecable vestido blanco. El dolor era cegador, una ag
za!", gritó Chloe,
ación. "¡Oh, Aliza! ¿Estás bien? ¡Qué torpe eres! Déjame ayudarte". Me alcanzó, su
de Kaylee, sus ojos escupiendo fuego. "Tú causaste est
ió hacia Etienne, su labio inferior temblando. "¡Etienne
nían un destello de algo, un endurecimiento apenas perceptible en los bordes. Pero su mirada estaba fija en Kaylee, no en mí. Puso un bra
ose en su pecho. "Solo Aliza siendo dramática de
ugó su frente. No ofreció ayuda, no se acercó. En cambio, metió la mano en su cartera, sacó un fajo grueso de billetes y lo presionó
ensó que podía comprar mi dolor, mi humillación. Mis ojos a
el dolor en mi brazo olvidado ante su absoluto d
a limosna. ¿O es una suma mayor lo que buscas? Quizás subestimé tu precio". Sacó su chequera, garabateó una cifra
vendiendo mi dolor, mi dignidad. Pensó que era solo otra actriz codiciosa, tratando de capitalizar un momento de debil
sa de lágrimas no derramadas. "¿Cr
za", dijo, sus ojos duros. "Toma el dine
abia. "¿Daño?". Mi voz era cruda, temblando de furia apenas reprimida. "¿Quieres hablar de daño, Dr. McCarthy? ¿Qué tal si hablamos del tuyo? O más bien, del de Kaylee". Señalé mi br
e movió rápidamente, interponiéndose completamente frente a Kaylee, protegiéndola
ría a ella, incluso de una amenaza hipotética. Incluso cuando yo esta
z un fuego que todo lo consumía, se convirtió en polvo, en cenizas. Extendí la mano, arrebaté el c
oso. "Cien mil. Bien. Considéralo mi tarifa por ser parte de tu pequeño espectáculo. Y el de tu hermana
nzante, las lágrimas ardientes. Ignorándolo a él. Mis amigas,
s un monstruo!", gritó Sofía,
us ojos en mi espalda, los de él y los de ella. Pero no me di la vuelta. No podía. La mujer que amaba a Et

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