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Historia
Casarse con el Rival: La Desesperación de Mi Exmarido

Casarse con el Rival: La Desesperación de Mi Exmarido

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1366    |    Actualizado en: 15/12/2025

a de un narco, solo para escucharlo burlarse de mí, llamándome "

ba más allá de una

jándome con la pierna destrozada. Postrada en la cama del hospital,

Sofía había saboteado mi equip

ar. Llamó a mi experiencia cercana a la muerte una "

ella las joyas de la familia. Se quedó de brazos cruzados mientra

al héroe con una mujer que él

emota idea de que el

rocámaras por toda la finca mientra

te" Sofía acostándose con sus guardias, sus rivales e incluso su

toda la familia del cártel, Alejandr

ué. No

emoria USB al proyector

ítu

lina de

esposo, apretando un fajo de informes financieros contra mi pecho, cu

de un puñetazo: si abría esa puerta, m

sabía que ya había ganado; un sonido que amenazaba con arrebatarme el título de e

el hasta que mis nudill

uite principal de la finca de la Garza. Las sábanas de seda

de violencia, y yo era la estatua que había col

sta que brilló como oro hilado. Me apliqué el maquillaje

cada Jefe. Inclinaban la cabeza cuando yo pasaba, pero podía

rando a que

l espejo. Piel perfecta. Cab

que se parecía al respeto. Pensé que era suficiente. Pensé que si me moldeaba en la esposa per

una

dquisición. Un trofeo para

e Palacio de Hierro, había un tubo de lápiz labial. Era de una marca barata, del Oxxo. La ca

ío recorrió

o. Alguna sirvienta debió ha

ese tubo de lápiz labial se

or un gemido bajo y gutural. Era Alejandro. Era un

eficiente. Si

toq

rta apenas un

olpeó más fuer

, con su camisa de vestir blanca desabotonada hasta la m

ilia" que había traído a la mansión hacía seis meses. La po

niendo su garganta. Sus manos estaban en

un hambre que me aterr

cabeza liger

partó.

nr

arrastrando sus uñas por el pecho de Alejandro, dejando una marca roja. Querí

uró Alejandro, su voz ásper

mano por

escultura de hielo con la q

andonó mis

ura de

ndo de ser perfecta para él, tratando de ser la mujer digna del apellido de la

lvió el estómago. Sentí que l

ocumentos se deslizó ligeramente, crujiend

que Alejandro pudie

aban contra el suelo de mármol, una cuenta re

hablar cuando me acerqué, pero en el momento en que pasé, los susurros

ca que había

ación y cerré la

ultad. Caminé hacia el espejo. La mujer que me

o

sequé la única lágrima

solía decir: bajo el agua más ma

r sobre Sofía semanas atrás. Había descartado mis sospechas entonces, pensa

udes. Conexiones con familias rivales que era

a un parásito. Y Alejandro

tro quinto aniversario. La semana pasada, escuché a Sof

ba reem

objeto útil. Un marcador de posición hasta

o de lealtad al que me había aferrado durante tan

. Mis manos esta

ro que no habí

ciano respondió-. Necesi

Alejandro me había dado el día de nuestra boda. Lle

é caer en el cajón más

perfecta se

acababa de

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