lina de
que llevaba al cuarto
erciopelo negro. Con un movimiento lento y delib
llar como un espejo, con el escudo de
orrea bajo su barbilla. Sus dedos se demoraron en su mandíb
-dijo en
andonó mis
a mí. Era un símbolo de mi aceptación en el círculo
o estaba en el estante superior, c
No se trataba solo de los objetos. Era la transfe
ntir el viento en mi cara, escapar de la asfixia d
miraron con preocupación, dando un paso adelante para ayudar, pero los aparté con un gesto. Mis manos tem
ro y Sofía estaban en el otro extre
sus cascos golpeaba la tierra, iguala
s adelante. Era peligroso. Era
a -su
r un segundo, me sentí i
escuché un
ha que sujetaba mi s
illa se deslizó violentamente h
uelo con
nto. Un crujido nauseabundo
anco y candente que consumía mi c
. A través de la neblina de agonía, m
no se ha
Sofía. Ni siquiera h
quí mismo, y él no se daría cuenta hasta qu
ité, mi voz
dra corrió, su
privada de la familia. Mi pierna estaba
de lirios genéricos. Del tipo que compras en
ijo, colocando las flores en l
-dije, mi voz desp
, un movimiento despectivo de sus anchos
aba cumpliendo con un deber. No había preocupación en sus
dijo-. Teng
li
o despierta. Miré el techo, c
oces en e
andro se filtró por la puerta-. Ha tenido cosas
cos era baja, urgente-. No fue un accidente. Vieron
zón se
o. Un silencio
ijo Alejandro finalmente-. Catalina la avergonz
o je
e lo dej
r
rió. Empezó en los dedos de mis pi
sab
ado mi silla de montar. Sab
le im
endo. Le estaba p
lágrima se escapó, cali
é. Dejé qu
é el jarrón de lir
uridad, y le hice u
más sobre esto. No me
grito más fuerte de una m

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