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Leonardo. Él era el único cirujano en todo el país capaz de realizar la cirugía qu
dre muriera en la mesa de operaciones por una "emergenci
to. Usó su poder para que me declararan mentalmente inestable, sobornando a médicos y
e que me lo había quitado todo. A mi madre, mi libertad, mi nombre. El amor que una ve
gala anual de premios médicos nacionales donde lo estaban celebrando
ítu
. Estas reuniones sociales solían ser lo más destacado, una oportunidad para presumir la vida pe
ros de cristal goteaban luz sobre el mármol pulido. Mi mano descansaba ligeramente sobre el brazo d
desviaba
ni
cuyo chisme era más afilado que sus aretes de diamantes, se inclinó. "Leonardo y Dan
l estómago. Noticias vie
igos", dije, mi vo
tú, querida Sofía, tan indulgente. Después de todo, volver con él. Algunos dirían q
tema. No porque se avergonzara del romance, sino porque odiaba qu
en el rostro. "Sofía es la mujer más comprensiva que conozco
azo. Una súplica silenci
umbrante. "Algunos lo dirían", estuve de acuerdo, con voz lig
tomada por sorpresa. Balbuceó
pretó mi brazo. "Sofía, manejaste
quebrantable. "¿Qué hay que manej
ndo el dolor habitual, la ira familiar que solía esta
uró, con un dejo de
se dormida después de su primera traición, la que intentaba recuperar migajas de afecto, estaba muerta. M
las sonrisas vacías. Nunca más. La primera vez, me fui solo con m
", preguntó Leona
ingiendo inocencia. "¿De venir esta
ustrado. "De nosotros
entimiento es una palabra fuerte, Leonard
tensó. "Estás si
con un encogimiento de h
"Antes peleabas. Gritabas. A
voz apenas un susurro. "Tú me enseñaste qu
trás, apartando su brazo del mío. "Eso no
. Tu 'amiga de la infancia', tu 'hermana', aquella cuya familia '
erfectamente peinado. "Es diferen
postura segura, su celebrada carrera. Todo construido, en parte, sobre los cimientos
"emergencias" que lo alejaban de mí, siempre a su lado. La forma en que dejaba su bufanda,
sábanas, un perfume empalagosamente dulce de traición. Ese fue el
e quedara con todo. La casa, los coches, el dinero. Solo quería
madre, la habilidad única de Leonardo. Todo me h
te vestido rojo, irrumpió, flanqueada por dos mujeres risueñas. Una de
osa de Leo, que ahora es su re-esposa! ¡Qué escándalo!". Le d
bien. Un poco pálida, quizá. Pero bien". Sus
Leo. Demasiado... exigente. Él necesitaba a alguien más suave, ¿sabes? Alguien que entend
a una memoria muscular de dolor, un miembro fantasma de mi
y", anuncié, con voz firme. "Leon
endido. "¿Aho
resionando delicadamente una man
ó Leonardo, con un dejo de alivi
opio transporte". No quería deberl
urlona de Daniela, de la mueca
lvió a casa. Nunca lo hac
el teléfono, esperando una llamada que no llegaría. Simplemente me di la vuelta

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