s, asegurando que los efectos secundarios del tratamiento disminuirían con el tiempo si seguía al pie de la letra las
do con el trabajo, con reuniones interminables y responsabilidades que no podían esperar. I
e mantener cada espacio limpio, pulcro, como si yo nunca hubiese estado ausente. Tal como suponía,
ejado allí muchos papeles que pertenecían a Philip, mezclados con documentos recientes. Aquella s
itorio con la intención de ir a recostarme a la habitación. Sin embargo, aque
muré para mí mi
curiosidad terminó ganándome. Mis ojos comenzaron a recorrer los textos, las fir
setenta por ciento de K
a mi nombre, no al de su propio hijo. Sentí que el corazón me golpeaba con fuerza en el
jar. Rápidamente tomé aquel contrato y lo guardé en uno de los cajones del escri
tación donde solíamos trabajar desde casa y me sonrió
. No sabía que salías
pondí con suavidad-. Segur
que Anais ahora me está ayuda
esté, aunque mis palab
nuestro aniversario, ni mucho menos preguntar dónde estaba durmiendo últim
lamento no haber podido ir a la
pregunté,
en punto en el Gran Hotel de la
ería ir, pero quizás realmente estaba
nterrumpió el momento. Miré de reojo y vi el nom
hablar mientras se alejaba de la habitación. Al colgar, regresó solo pa
ormas, se habría march
de infancia, pero estaba claro que no. Ahora que ella había reaparecido
s de la empresa eran más mías que de Matt. Él no lo sabía, y tampoco era el mom
te, un maquillaje sutil y unos pendientes costosos para la cena de esa
vin iniciaba la marcha. Por alguna razón, se habían descontado quinientos dólares de la tarjeta co
algo para mí. Tal vez ese collar de perlas que tanto m
da. Al llegar, Kevin me abrió la
o con cautela-, pero... ¿está segura
refieres?
s -respondió-. La reunión más importan
completo aquella gala. Pero seguramente Matt t
á en unos minutos. Te llama
arecería pronto. Quizás había decidido no ir a
poder alguno sobre la empresa. Yo era la verdadera du
aún no llegaba. Lo llamé varias veces, per
r que apareció hablaba de la gran gala de empresarios que
a
ndo frente a
o a
una parej
ue ella llevaba puesto. Era de la última colección de mi
a que compartíamos para co
llegaría.
como segunda o
. El hombre que alguna vez juró amor eterno, el hombre que lloró en mis brazos, e
a de mí seguía creyendo que

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