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a, pospuso nuestra boda 99 veces por mi hermana manipuladora. Par
elar de nuevo. Pero esta vez, amenazó con de
n mi hermana, un arreglo "temporal" para que el
volvería a mí. Yo era su "apue
abofeteándome cuando me
osa como Dios
odín, mi vida en pausa por el drama
í como voluntaria para una misión de tres años, aislada del
ítu
Boda - Urgente". Mi mirada se desvió hacia la fecha: el día de nuestra boda, a solo dos semanas de distancia. No era solo un
sistemas de respaldo para los sueños. Solo había una tradición, una regla de "unidad compacta" que se había convertido en
estimonio de su hermandad. Para mí, se ha
do por la preocupación. Él conocía la rutina. Todos en las instalaciones conocían la rutina. Mi boda interminable
mi boca. "Solo otra falla en el sistema, Aarón. Na
. "En serio, Rivas. E
ueve veces, la razón había sido Kenia. Mi hermana mayor, Kenia, una maestra de la manipulación que usaba s
Un ataque de pánico que requería que la hospitalizaran justo días antes de la ceremonia. Un repentino y debilitante ataque de depresi
ía que me casaría, siempre caía. Todas y cada una de las veces. Se veía a sí mismo como su salvador, su pro
ndo con una resolución que no sabía que poseía. "Nos vamos a casar el primero del próx
miliar y cansada preocupación que siempre señalaba pr
ado mis propias necesidades, mis propias esperanzas, para apaciguar a Kenia, para ap
én de la 'fragilidad' de Kenia", había declarado, las palabras sa
tivo que cortó mi resolución. "No seas dramática, Ame. Po
bía desperdiciado, los sueños aplazados, todo porque él priorizaba las crisis fabricadas de Kenia sobre mi vida real. Pero no
esarrolló una repentina y severa alergia a las flores del lugar. Pospuesta. El otoño siguiente, su nuevo novio, un aspirante a músico, se mudó inesperadamente a Guadalajara, sumiendo a Keni
onfirmados, mi vestido colgado en el armario, un sudario blanco de promesas rotas. Me había atrevido a tener esperanza esta vez. Realment
el correo
lencia física, no por un accidente, sino por "angustia emocional". Su último novio, un a
ó. Era Bruno. Sa
alas noticias para mí, buenas noticias para Kenia. "Kenia está en urgencias de nuevo. Está
un susurro. "¿Y qué hay de lo justo para mí, Bruno? ¿Qué hay de todas las p
elia, sabes que te amo. Pero Kenia me necesita. Está ame
é entonces, Bruno?". La pregunta quedó en
enda ciertos valores. Si vas a poner esto difícil, si vas a poner tus deseos personales por encima de la responsabilidad familiar, me te
zar otro retraso, para atender la última actuación de Kenia. El aire abandonó mis pulmones en
lidad de Kenia. No se trataba de su deber. Se trataba de control. Su control sobre mí. Creía qu
e Bruno y su madre. Hablaban de Kenia y de un psiquiatra exclusivo, un amigo de la familia de los Herrera, que solo aceptaba pacientes casados con alguien de su círculo de confianza. Y luego, la voz cortante
er acceso a un terapeuta. Y luego se divorciar
estra boda; planeaba casarse con mi hermana para resolver sus problemas, con la plena intención de volve
ó mi conmoción, teñida de impaciencia.
ra sabía a libertad,
irme, desprovista del temblor que esperaba. "El comprom
rotesta balbuceante. "¡Amelia, no puedes hablar en seri
z inquebrantable. "No hay nada
al, definitivo. La boda estaba c
co como voluntaria para la asignación de tres años", declaré, mi voz resona
no volvió a llamar. Su voz era frenética, desesperada. "Amelia, por favor. No hagas esto. Mi unidad, y
plana. Mi corazón se sentía vacío, pero extrañamente li
¿Qué hay de tu autorización de segu
i voz escalofriantemente tranquila. "Y no fu
que esto es difícil para ti. Pero... Kenia realmente me necesita. También ha estado preguntando por ti. Di
ntarme como la villana. La angustia de mi propia hermana, una actuación cuidadosamente orquestada, seguía siendo su principal pre
ees con Kenia, supuestamente 'ayudándola', ¿qué dirá la gente de mí? ¿Que fui demasiado
o. Me aseguraría... me aseguraría de que todos entendieran la delicada si
La sangre me hirvió, un calor abrasador que rápidamente se convirtió en hielo. Apreté las manos a los costados. Quería gritar. Quería decirl
peso de sus expectativas, las demandas de mi familia, las interminables necesidades de Kenia. Era sofocante. Había pasado tanto tiempo tratando de hacer
s, diciendo: "¿Para qué molestarse, Amelia? Kenia necesita más atención. Tu trabajo es solo un pasatiempo. Concéntrate en ser una buena e
sprovista de emoción. "¿Dejarte jugar al héroe para Kenia, y luego, cuando lo consid
tranquilizador. "Protegerte. Sabes que siempre quiero
mi sacrificio. Nunca del suyo. Nunca del de Kenia. Nunca del de mis padres. Siempre era
caso". No era una pregunta, era una declaración de hechos. Supe entonces, con absolu
ifica eso?", exigió, su
un susurro de desafío. "Iré al proyecto. Y tú puedes hacer l
bía que lo entenderías. Esto es por el bien de todos. Ya verás. Superaremos est
l estómago. ¿Retomar justo donde lo dejamos? Como si yo fuera un libro que simpl
mos, Bruno". Mi voz estaba cargada de un sarcasmo venenoso que él estaba demasiado absorto e
a que yo segui

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