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jó plantada. Tenía que consolar a su coprotagonista, Karla. Unas horas desp
razo alrededor de una Karla bañada en lá
nfronté. Insistió en que sol
se una mano por el cabello-. Confesa
siete años por una "estúpida foto". Era la misma manipulación que había usado durante
é. Sentí una calma rep
egundo que perdí amándot
ítu
na
n mi celular, de las vertiginosas y agotadoras exigencias del universo en rápida expansión de Javier. Ahora, solo era pesado. Me oprimía, un peso físico que cargaba en el pecho todos los
los directores de casting y servía mesas solo para perseguir un sueño. Al siguiente, estaba en todas partes. Su rostro en espectaculares, su voz en todos los podcasts. Y su q
, escupía otro. "Solo lo estás frenando". Sentí que la cara se me calentaba. ¿Vieja bruja? Tenía veintiocho años. No eran las palabras en sí, no realmente. Era el volumen, el veneno, la marea impla
da que había elegido. Este no era el hombre del que me enamoré. Se suponía que era mío. Se suponía que debía pr
fá antes de dirigirse al refrigerador. -¿Qué pasa ahora, Alina? -preguntó, su voz teñida de un agotamiento que se sentía más como ir
oz delgada, casi un susurro-. Están dici
cia de prensa. -Son solo fans, nena -dijo, con un tono displicente-. Solo están metidos en la serie. Es actuación de método. Karla y yo somos muy buenos en nue
su escudo. Esa era su excusa para todo. Para los roces prolongados, las miradas intensas, l
abrazado de inmediato, acariciándole el cabello, susurrándole palabras de consuelo. Las cámaras destellaron, los periodistas garabatearon. La había defendido del "odio en línea",
ndo de reojo a Javier. El subtexto flotaba en el aire, denso y sofocante. *Si tan solo nos hubiéramos conocido en
melo. Me aferré a esa promesa, tontamente. Pero luego, unas horas después, vi la foto. Una toma borrosa de paparazzi, pero inconfundible. Javier, en un bar oscuro, con el brazo alrededor de una Karla bañada en lágrimas, la cabeza de ella sobre su hombro. Su boca se movía, una confe
Parecía genuinamente sorprendido, luego rápidamente a la defensiva. -¡No es lo que cr
desprovista de emoción. Yo sabía
llo, un movimiento típico de Javier cuando estaba acorralado-. Solo estaba siendo
tí, las palabras sabiendo a
yo ya no estaba escuchando. Se había acabado. El amor, la confianza, el fut
sación extraña, esta repentina ligereza después de tanto peso-.
idioma extranjero. -¿Terminamos? ¿De qué estás hablando? ¿En serio vas a tirar sie
de sentir que compito constantemente con un fantasma, con un personaje, con toda una fanaticada. Estoy cansada de
do ridícula. Somos actores. Desdibujamos las líneas. Es lo que hacemos. Siemp
bía usado innumerables veces para contro
así. Porque alimentaste cada uno de mis problemas de abandono hasta que se convirtieron en un
de actor finalmente resbalando un poco. -¿Qu
d de tenerme aquí, esperando entre bastidores mientras persigues tus sueños
irme. El silencio se extendió entre nosotros de nuevo, pero esta ve
e perdí amándote -dije, las palab

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