saturaba la cocina, apenas enmascarando el olor
taba en
a v
endo una olla, usando un delantal que se
-dijo, su voz empalagosa-. Por
odi
de ratas. Merez
os brazos cruzados sobre el
cinando -dije fríamen
contra el borde-. A Dante le encanta mi arrabbiat
illando con una mali
u comida. ¿Siquie
lo
ilenciosos, comidas en el frío comedor
ntró en
el labio de donde l
líneas alrededor de
bien
me
mostrador donde Sofí
su atención como un g
, ofreciéndol
la
pro
n -g
iejos tiempos
tí inv
a en mi pr
re -dije, girá
a una orden, baja y vibrante de
comer vidr
steniendo la olla
por favor. L
op
ación digna
anchó en abso
eó hacia
roja hirviendo
to ha
i ve
gritó *
í lo suficient
mis piernas, empapando i
dolor agudo, abra
-¡Dios mío! ¡
ate,
tan vicioso, tan
de que la olla siqu
hacia n
acia qui
iendo su muñeca como si
to tanto! ¡Se me
agarrando mi p
tación
dejarla
ojos se pusie
edé f
na ap
pr
El
Dante fue
etuvo e
amada, ignorando los gritos de S
ramó al personal que h
cocina, su p
scuchando el ritmo frenético
aterr
r
un momento, me permit
a de estar y me a
n tijera
s jeans para alejar
uaves, pero temb
murmuró-. Est
llegó minu
segundo grado, dolorosas per
ntras el doctor v
dillado a mi lado
asó? -p
arrojó
parp
Qu
ronca-. Me miró a los
ciéndose a medida que el miedo retroc
tropez
vieras -dije-. La escuché, Dan
só una mano
aranoia. Es una viuda en
! -grité, trata
e reemp
uelta-. ¡Está sola! ¿Por qué no pu
osa. Es p
cortó más profundo
que esta
e yo era l
ontra los coji
-sus
ena
Ve
ró por un l
e giró
er cómo es
su e
be
su esposa l
en mi pierna palpitand
me c
a la víctima, yo siem
al
no era sol
a nece
itaba
que ella
que yo la m

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