lejandra
onando y repitiendo las amargas verdades. Cuando Agustín finalmente abrió la puerta, sus ojos, por un momento fug
e lo haces. -hizo una pausa, evitando mi mirada-. Una vez que nazca el bebé, tendremos una boda en condiciones. Gr
bido sin sentido. Retrocedí cuando intentó tocar mi br
tó, un atisbo de desesperación en
e firme-. Y quiero una cena de bienvenida. E
. Pero entonces, lo vio. La débil chispa en mi
Alejandra.
e propuso matrimonio, la librería donde pasamos horas perdidos en las palabras. Pero cada lugar se sentía hueco, un escenario para una o
por el Paseo de l
, mi voz plana-. Un
extraña expresión en
su teléfono sonó.
o -dijo, su voz tens
z baja, ya abri
cada, derramando su contenido. Fotos. Nuestras fotos. Agustín y yo, riendo, tomados de la mano, nuestros rostros jóvenes y llenos de
lágrimas. Luego, lenta, dolorosamente, me levanté. Encontré un cubo de metal, un encendedor. Una por una, alimenté las fotos a las llamas, viéndolas en

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