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Historia

Capítulo 2 La victoria está cerca

Palabras:1403    |    Actualizado en: 10/08/2021

paredes de lo que sería su despacho. Una elegante y escultural señorita encargada de la recepción empresarial flanqueaba l

s dos sucursales entregadas por su padre ante notario. Debía implementar estrategias que mejorasen sus ventas y un sentido innovador que revolucionará su actual rol, especialmente en el norte grande de Chile en donde una gran parte de su principal cartera de clientes la conformaban las empresas mineras de la zona. Consigo traía un proyecto de fabricación de oficinas prefabricadas, listas para instalar con un ensamblaje, entre comillas, liviano, práctico y versátil con la misma línea de decoración interna que Muebles M &T patrocinaba como propia. Traía consigo el objetivo y los publicistas FreeLancer especiales par

cromático de luces de neón y cristales fusionados a los tableros, brillantes y mates, vendían por sí solos cualquier producto que en él estuvieran. No lo podía negar: Abir Abdallah Taylor era todo un artista comercial. Se jactaba de haberla conocido entre sus amistades canadienses, especialmente durante la inauguración de una de las sucursales en la ciudad de Ontario el año pasado, en donde aspiró toparse con ella, pero su visita fue tan breve y su personal de seguri

su larga y sedosa cabellera negra. Recordó el contorno de sus labios desde aquella vez que montaban bicicletas a escondidas. Antofagasta quemaba de calor y ambos habían salido al frente, él en la acera, al pie del negocio de su familia y a ella en su acera, frente al humilde portón de su fábrica y venta de muebles. El asfaltado negro estuvo por unos

ertido que hicieron en su vida. En la segunda vuelta ella se bajó de golpe, dio un saltito a su lado y sintió como si un ángel le sonriese, se puso de punticas en los pies doblando un tenis rasgado y viejo que trataba de sacudir como si fuesen nuevos. Lucía hermosa a pesar de ser una cenicienta. ¡La vida da vueltas! ¡Vueltas que da la vida! De regreso a la realidad, sonrió y revisó las gavetas de su escritorio. Reconoció que esa niña se había hecho la mujer que hoy en día sacudía cada una de sus entrañas y se moría por besarla, pero esta vez no en su mejilla, sino en sus propios labios. Suspiró

or debía hacer acto de presencia en su entrega y luego se retiraría para una de sus convenciones en el sur de chile. Temuco había s

on la toma de mando—absortó en sus pensamientos provocó un breve silencio hasta que espetó un

Taylor ha establecido como impostergable cad

de pie, mientras daba un par de p

vo que pasar un grueso trago a

ta Abir Abd

rgo del acto junto con el

do de su corbata lo suficiente para no desaliñar su traje.—Perfecto, hágame llegar l

su consentimiento y se

res nuestro antiguo campo de bat

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