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Historia

Capítulo 3 De regreso a la ciudad natal: El norte grande.

Palabras:3844    |    Actualizado en: 11/08/2021

ecutivo de pantalón y camisa de algodón para soportar los rigores del verano. Llevaba un sombrero de sol elegante que resaltaba la profundidad del azabache de sus ojos y su tez tersa apenas d

se iba a mudar a Santiago, a la zona Metropolitana. No pudo negar que su corazón se entristeció. Había vivido breves momentos que valoraba mucho más que todas las demás vivencias propias, pero lo que él le

*

comprender cómo un chico como Ethan la había utilizado para que su amigo hiciese lo que había hecho con ella. ¡Tan Cobarde! ¡Tan miserable! Deseó haberle dicho lo sucedido a su padre para que cobr

ntana solo quedaba polvo, persianas descorridas y r

eo piso del galpón abandonado de los Madison en la calle trasera a su propiedad. Después de tanto años quiso ver cara a cara al cobarde e imbécil de Ethan. ¿Cómo pudo haberle hecho eso?¿Cómo pudo traicionarla así? Utilizar sus papelitos mensajeros para hacerla ir a un sitio en donde jamás debió ir. ¡No era de un caballero! ¡Lo detestó! Quería verlo en persona y golpearlo tanto como había golpeado al idiota de su amigo. Fabián tendría que visitar al odontólogo después de lo ocurrido y esperaba que el trozo de madera con que lo golpeó le hubiese roto el labio para toda la

olonia. Su amigo quiso tomar lo más valioso que una mujer digna y respetuosa de sí misma puede guardar con tesón. Osó a tocar sus labios y no le bastó la vida para lo que había recibido y lo que prometió le haría llegar. En un principio estuvo tan abatida que no deseaba salir a las afueras, ver a sus padres se convir

muy buena comercialmente, ella solo deseaba la de ese chico: el de la ven

sa basura. Le basto pedirle a uno de sus escoltas que lo hiciera y éste lo cumplió al pie de la letra y cuando alcanzó lo que

uien se doblaba en el pavimento teñido del carmesí líquido que resbalaba de sus barbillas gracias a los puñetazos de su escolta. Lo tomó de u

le hacía sentir esas maripositas que revoloteaban en su estomago desde niña. No entendía por qué. Así que deseaba averiguarlo. Quizá resultaba buena idea cenar en su townhouse en Santi

cisión del caballero Ethan de apegarse a las reglas aunqu

or políticas de comunicación de la empresa debería tener, pero en ningú

lah Taylor? —Cerró los ojos deseando poder tenerla cerca. Deseaba abrazarla, besar y besar hasta la saciedad esos labios de cereza con los que tanto soñó. Su entrepierna

*

preferenciales. Esta vez estarían muy cercas. Asientos contiguos en una cabina desde donde ninguno debería trat

eñido al cuerpo y un cinturón precioso con lazos de cuero sintético, sus lentes, esta vez de carey. Su calzado de punta fue a dar bajo el asiento en un momento de sus merecidos descansos.

lzado de Abir. Boquiabierta no tuvo tiempo de protestar e impedir que tomase su zapato del compartimiento inferior de su asiento y lo pusiese en el pie correspondiente. El calor de la yema de sus dedos traspaso la panty de su media color piel y ella apenas vio prudente recli

s alas del avión le hicieron rememorar su vida llena de necesidades, de privaciones. Pero se lo había prometido a sí misma. «Seré poderosa, grande, magnate. Nadie volverá a ver a Abir Abdallah Taylor, pequeña e insignificante». A Fabián le había pasado factura con creces. Un par de golpizas y un secuestro exprés, sin más daño causado que el robo y destrucción de su camioneta importada. ¿En qué se había convertido ella? No lo quiso saber. Se resignó a creer que simplemente se defendía. Defendía a la niña que fue. Solo eso. Se sorprendía de sí misma al recapit

r Ethan intentó seguirla, pero fue inútil sus intentos por asistirla. Ella cerró los ojos por u

hasta la salida, una vez afuer

ar primero que ella su valija de la banda transp

tan bella y delicada como usted

y amable cab

on nosotros. Fuimos amigos, vecino y ahora socios... quizá

que la hacían ver aún más joven. Puso sus lentes de Carey sobre su cabellera como si fuese un cintillo, tal y como lo hizo con el Gucci la primera

s personales de ningún tipo. Nos v

me en su mismo hotel, así que no

lado inquieta y miró de un lado

Espero a alguie

bandonar a una dama sola en medio de un aeropuerto, así

n el colgador del equipaje, pe

sin proponérselo se contraían y se dilataban como las de un felino mien

gas un minuto de

¿Pregunta

o qué pregunto por qué. N

no quiero ha

Sí, me muero po

se punto de la conversación su voz se hizo bastante audible e hizo que la perplejidad lo descompusiera por completo. Con una mano en el bol

endo. ¿Qué yo ma

jo que tú le habías dicho que quería ser besada por é

migo diciéndole que nadie se había comido esa manzana. ¿Cómo iba a comérsela él? Y lo maldijo en baja voz cerrando los puños sobre sus rodillas. Abir también quebrantó en ese punto de la conversación, así que se sentó con sus pier

más haría algo así y mucho menos contigo Abir…Dim

endió entonces la marca en su oreja izquierda— nos revolcamos en e

ovenes!¿Cómo pudo Fabián hacerte eso? Usar

qué decírtelo. No es Fácil hacerlo. M

violart

no deje que hici

viste marcada, herida y no dijiste nada? ¿Por qué no m

staban de acuerdo. Por esa razón ustedes se mudaron esa misma tarde

ía, nunca lo hubiese imaginad

esa la compré para vengarme de

gual que tú. Deberíamos entendernos, da

compra de tus acciones. Todas. Quiero el cien p

mi madre pudo haber hecho, pero n

a temas de sociedad

ágrimas con el dorso de la mano y dá

Triste por las vivencias que en su nombre su mejor amigo le había hecho pasar. Se sentó d

bir no se marchó. No pudo. Dio vuelta a su

ro cr

er con lo que hizo

ir. Yo cobré mi deuda

las acciones de la empresa. Tengo mis propios negocios, bien lo

Te invito a nues

úpida para caer

bir. ¿Qué te parece e

? Tiene una vi

ás una cocina gourmet especial.

mirada impregnada de la gracia suficiente para arrancar de

un plato más

hotel Antofagasta? —quiso saber en

ad, desea

no debí

bre ella, inhalando su cercanía y deseando estrecharla entre sus brazos sin atreverse a completar la acción más fugaz de toda su vida. Ambos parpadearon hasta que la suavidad

ravillas el nuevo lo

ás inusual en un manojo de nervios s

año también te l

carcajada l

as? Yo sentado en un salón de be

o ya estuvo bien. Tantos halagos nos va a volv

nos sentaríamos en el vestíbulo con un par d

n… v

o esperabas

entiras blancas? A

una mano y con la otra, tomó posesión de su

tener la compostura y Ethan parecía intimidarla. Él condujo un Mercedes Benz contratad

tas maquil

rque te he es

al cual te recuerdo. H

gas con tantos halagos. No

villano. Anda, dime… ¿a

cuando se inclinó hacia ella bordeándola con uno de sus robustos brazos. Apenas subían y bajaban nerviosas sus

s son mis deseos Ab

o pudo evitar empinar sus la

me desistiré de charlar

es de retomar su posición para conducir. Abrochó su cinturón de seguridad para

que mi persona. Debo construir mis pro

ar hasta que mi padre me pidió hacerme

ra el ceño, pero constató el orden de todas l

no pediste l

, más que para verte

ador Ethan

o te demuestre mis fo

ariciar ese bendito mechón de su cabe

e a la

que ver. Hillary se hizo doctora en medicina infantil y se fue

Y

o q

r. Dime todo. ¿

, así que apenas una bocanada de aire salió de su boc

leve inclinación de la rampa que los condujo has

su bebida preferida. Por un momento cerró los ojos y se vio con ella en su habitación. Tímida como siempre; dulce, tierna, hermosa, co

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