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Historia

Capítulo 3 VALET

Palabras:3915    |    Actualizado en: 30/08/2021

acerlo para asegurarme de que todo marchara bien. Despertaba un poco antes del amanecer, así podía salir de la habitaci

n la que cada día deseaba que pudiese ca

ue la luz iluminara el espacio. Me acercaba a la pequeña cocineta que yacía ahí y calentaba agua para poder prepara

guir la rutina, los recuerdos

Siquiera sabía con exactitud el lugar donde me encontraba, había pasado todo el camino llorando que n

an. Creo que estábamos en el distrito de Queens, en un edificio descuidado dentro

entro sin saber absolutamente nada de Nathaniel ni lo que se suponía que estaban haciendo conmigo. Me daba de comer, pero me rehusaba a hacerlo.

rsonal. Hasta el tercer día recibí ropa cómoda, en realidad era una sudadera deportiva y unos pantalones holgados que aquel h

y aunque sabía que era alguien de seguridad profesional, temía. Me rehusaba a

sueño solamente por tres horas, el insomnio había vuelto a hacerme compañía por las noches. El hombre se quedaba fuera de la habitació

iato fui capaz de levantarme de la cama con las pocas fuerzas que te

sentirá más segura —e

comido algo? —pregun

uizá puedas convencerla y tran

ella, Rob. Tienes que en

y entonces unas

dijo con crudeza—. Mantén tu radio activo para cualquier cosa. No dudes en informar cualquier detalle sospechoso que notes —ordenó el ho

el tenerla en la duda

manejar las cosas. Ocúpate de tu cargo, Klaine —de

o —aceptó

a no ser escuchada pero casi tropiezo al chocar con la pequeña mesa que yacía ahí en el centro de la habitación. En automático me

a voz de la chica del

ta, por un momento dudando en si d

amudeé y me sentí

pantalones negros, una blusa roja y una chaqueta de cuero del mismo color que la de sus pantalones. Era he

dedicándome una sonrisa mientra

ada humilde y bondadosa y una parte de

? —indagué con mis manos aferr

y después soltó una carcajada negand

icó con una sonrisa y se acercó a mí—. Soy Annabeth,

después bajé mi mirada a

je sin tom

ptara su estrechamiento de mano, sino que sonr

uzándose de brazo

malo. Asentí sin saber tampoco que decir y m

bien —confesó la rubia y de reojo

a para mirar a la rubia, Annabeth—. Él fue quien me sacó del tiroteo, me trajo aquí y no me dijo ni siquiera por qué. No ha contestado a mis pregun

ica a

y escuchar ese nombre en vo

esta

y creo que merezco saber al menos si está bien porqu

ado para que mis lágrimas no fuesen completamente visibles ante la chica frent

cuando ella se acercó un poco m

er protegerte, Valet

n el ceño

ra una especie de carnada para atr

me miraron, hizo una mueca apena

está estresado y tiene mucha carga sobre sus hombros —t

odré salir

alzó un

ian Bachelor suelto? —me preguntó

o evitando su mirad

dad? —pregunté sin mirar, pero no era un

ero esta vez me metí al baño y me encerré ahí para no seguir con aquella conversac

í. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas. Necesitaba saber si aquella camilla cubierta con una manta era donde Nathaniel había estado. Necesit

es después de horas llegué a la teoría de que probablemente no lo hacían

o mue

se tiempo, no ahora. Tenía que mantenerme fuerte. No podía permitirme derrumbarme. Aquellos días en la duda e ince

go cuand

do en un shock postraumático y no

uchar comenzando a sentir que todo a mi alrededor daba vueltas. Miré el suelo y sentí que e

mi lado—. Tranquila, Val. Respira —me pidió Thiag

misma—. Lo estará, ¿verdad? —pregunté tr

retó la boca, juntó sus

eguró con crudeza y sentí al

go me apretó y y

Dios

stómago. Tengo que respirar profundo y cerrar los ojos para borr

encidos en mantenerme como carnada, así que me dejaron volver a la ciudad claro manten

za con unas personas para sacarla del camino del riesgo. En el hospital al principio no querían decirme nada sobre Nate, no era familiar por lo tanto no podían darme información de su

tenido que meterlo a una cirugía de emergencia de la cual no había despertado. No sabían si era posible que pudiese hacerlo, no

a momentos en los que al cerrar los ojos podía sentir la sangre en mis manos, ver el rostro pálido de Nathaniel y escuchar

en una manera de mover mi mente h

o el aroma embriagante invadió mis sentidos brindándome un poco de paz, pero no una del todo. Entonces en ese momento vi la misma silueta que habí

ra en la habitación. A paso lento caminé hasta esa silueta, rodeé la cama y coloqué la taza y un frasco con píldoras sobre la mesita a un lado de la

par de mi cuerpo, pero no hice caso a aquellos deseos y

sa y la esperanza desbordando por mis ojos. Apreté mi boca y la abrí sin saber que decir y sin saber si él lo haría porque no me mir

ió con la voz apagad

mente él y yo. La primera vez que decía algo después de que había despertado y había tenido que darle yo la noticia que le h

yéndome aún más. Su frente se apoyó en mi abdomen y sentí su cálido aliento contra la tela que

—dijo entonces y sentí

o en el que me necesitaba más que antes. Los días anteriores había sido una constante rutina au

muré agachando un

r que pude notar cuando exhaló al escuchar un gruñido que trató de ocultar. Hice una mueca para separarme y poder mirarle el

manos a mis muslos y haciéndome sentar a ahorcajadas sobre s

mi cuello sintiendo su aliento y respiración contra la pi

sentí mis pechos presi

queriendo separarme un poco par

scando su mirada y fue ahí cuando por primera vez después de todos esos días me pudo mirar a los ojos. Incluso con la tenue luz de la lámpara iluminando la habitación pude div

ndo los ojos por un momento. Quise sonreír, pero solo apreté la boca después separándome lo suficiente para poder mirar la gaza en la parte izquierda inferior de su abdome

herida estaba sanando, pero sabía que aún sentía cierto dolor y sensibilidad

sus manos me mantuvier

ándolo mientras sus ojos me miraban d

es, pero no era así. Parecía que conforme más pasaba el tiempo y más pasaban cosas

a cada dos días para cuidar de la herida de Nathaniel. Tomé las tijeras, la cinta y una nueva gaza que corté del tama

cintas. Sentí su mirada en mí todo el tiempo, cosa que todas las anteriores veces no había hecho. Su mirada había estado perd

do terminé y alcé

té volviendo a aca

ome la mano—. Necesitaba tiempo

—hice que me mirara y pude no

familiar que por poco se había hecho desconocido. Ladee mi cabeza apoyando m

cando su mano sobre la mía qu

e un poco más alto haciéndole ent

ició y trató de sonreír, pero una m

de dar un respiro, pero so

e dije asintiendo, mirándole con desespe

sin g

rme. Se estaba desangrando en mis manos, frente a mí—. Ojalá pudiese atrasar el

do—. No digas eso. Vas a pode

se suavizó, haciéndose débil. Cerró los ojos, s

el rostro—. Quédate conmigo.

y justo ahí volviendo a tener sus ojos marrones f

al

nta—. Y-yo… aún puedo verte ahí sobre el suelo con mis manos tratando de

ue un alivio que sentí después de mucho tiempo, una calidez que había extrañado y anhelado volver

tar ocultos en un lugar lejos de donde debería de estar lidiando con aquel luto. Pronto tendríamos que marcharnos, trasladarnos a otro lugar por seguridad, no p

as, lento, suave, intenso, con mil emociones y sentimientos de por medio en aquel contacto entre nuestras bocas. Su calidez compartiéndose con la mía. Luego se separó, tan solo unos ce

ojos mientras sus yemas me acariciaban la piel—. Perdón por haber pasado tanto tiempo en la oscuridad, tú también pasaste por cosas que sé

boca siendo un tierno beso del cual después se separó ahuecando

haber luchado por tener esa v

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