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Historia

Capítulo 8 ¡No puedes hacerme esto!

Palabras:1272    |    Actualizado en: 10/12/2021

eíamos mucho menos que antes, todo parecía ir consumiéndose lentamente; Sin ninguna señal de que a él le importase mucho la situación, o

mbas relaciones? No es que Kaili y yo fuésemos nada, pero mi compañero de

i día a día llegué a descuidarla, - ¿Qué has hecho Clara? - me preguntaba cada vez que me miraba al espejo, - ¡Tú no eras así! ¡No eras así! - me gritaba a mí misma, era mi propia conciencia enfadada con mi consumición, con mi derrumbamiento. No era así, hubo un tiempo que me arreglaba

chicos pues, regularmente salía con su grupo de amistades de fiesta. Sabía que no iba a leerme fugazmente pero, sabía que estaba dispuesta a subir esa noche mi deseo y tensión sexual y Kaili: era mi pequeña víctima. Fui paciente, la divers

e con sus amigos y en público, pero mucho menos me importaba si él me enviaba o no cosas. Estaba dispuesta a pasarlo bien tocando el borde de las cosas que no solía hacer, porque ética y moralmente, no estaba bien visto por los demás. Mientras organizaba mis prim

ir a la ducha. - le respondí. Junto a ese mensaje, envié una foto, no mostraba mi rostro pero sí dejaba ver de forma insinuada el escote que se marcaba solo con el sujetador. - ¡Ufff! Madre mía... - contesta rápidamente. - ¿Qué sucede? ¿Te pasa algo? - preguntaba de forma bur

so de malo, yo creo que es muy divertido. Estás ahí, con ellos, pasándolo bien, bebiendo, bailando... - tras escribir estas palabras, fui directa a por mi ropa interior. Era un culotte, negro y solo de encaje, era muy bonito y le tenía especial cariño, por la forma que daba a mis caderas y nalgas, así que decidí comprobar si solo me lo parecía a mí;

respuesta casi inmediata, pero no llegó, no me desesperé. Aproveché para ir a la cocina, prepararme la cena, pero mi cuerpo estaba en modo automático. Realizaba las tareas básicas porque era rutinario, pero mi mente estaba en otra parte, estaba sintiendo

o paraba de segregar más y más, estaba muy cachonda, demasiado y necesitaba calmarme esas ganas. Puse mi dedo corazón justo entre ese flujo, lo embadurné del mismo en mi dedo para después dirigirlo al clítoris. Era mi lubricante natural, comencé con pequeños movimientos de un lado a otro, arriba y abajo, de forma l

ujo. Pero las únicas fuerzas que saqué fueron para enviarle otro mensaje de voz, pero este, este era especial. Solo pude limitarme a enviarle un audio de mis gemidos y

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