haremos lo posible por vernos los fines de semana>>, era la frase que me repetía en mi cabeza constantemente en busca del consuelo, de anhelar estar con

quieres apuntarte?- me escribió a través del móvil, era viernes, fin de la jornada para ambos. -La verdad, es que no me apetece. Además, sabes que no bebo cerveza y no estoy en el ambiente de vuestro día a día, así que disfruta.- le respondí. Era verdad,

personales. Esas que suelen hacerse y generadas por algún acontecimiento de la clase, sé que es eso pues bien lo he vivido en mis experiencias. No me c

tiempo en su apretada agenda, el verme significaba presentarse en casa por sorpresa los domingos, -¿No puede ser otro día que no sea domingo?- me preguntaba siempre que recibía sus mensajes de <<¿Estás en casa?>>, al principio afirmaba mi presencia

lo de verle, abrazarlo, mirarle, besarle, sentirle. Sin embargo, no notaba esa misma intensidad por su parte, si en algún momento dije de no estar en casa parecía darle igual. ¿Estaba siendo excesivamente intensa? Cuando podíamos vernos, hablábamos de las cosas sucedi

ntras observaba como descendía cada peldaño, acto seguido me senté donde minutos antes mantenía una conversación con él, me llevé una mano a mi frente. Me quedé perpleja sacando conclusiones. -¿Cómo es posible, Clara?- me

destruir, mi cabeza se había separado de mi cuerpo, mi lógica de mis sentimientos, estaba combatiendo conmigo misma. -Si encima Lily Allen va a tener razón y todo como dice su canción, ¡No es justo! N

reflexión tan cruda que llevaba tiempo rondando por mi cabeza, decidí que lo correcto sería hablar con él sobre el problema. Debía hacerlo, es parte del problema, no solo mío. Eso sí, a partir de ahora yo también tendría tiempo

ión de la relación, pero con calma y no dejes de vivir ni