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Historia

Capítulo 3 El lobo

Palabras:2968    |    Actualizado en: 22/09/2021

via ha traspasado la barrera de hojas que nos brindaba el árbol. Empiezo a guardar todos mis utensi

con la punta de mi pie. Ref

os con un bostezo.

os prisa, se apro

es más fuerte, arrasa las débiles ramas y troncos, al igual que marchita las madrigueras de algunos

do por la tempestad —exclamo, he dejado

los hombros rectos

ejaste que

a oculta, dado que lo he dejado a mi lado también por el hecho de que me

Arruga sus labios, sin embargo, me di

, así que podremos demorarnos alrededor de cinco días para ir al sur y encontrarlos. —La capucha me cubre medio rostro, ya estoy empapada y él peor. El líquido frío

escucha gracias a la intervención del

ón, mucha

que nos quedemos más de una semana a la espera que la lluvia cese y cuando se despeje, ya los trolls no es

despistado casi cae de b

puedes hacerte daño como hace unos segundos. —No lo suelto, es mejor mantenerlo

nombre. Conozco algunas zonas, pero a la que vamos no, mi padre sí y recuerdo muy poco

esuello titiritando. LA frígida brisa traspasa mis ropas y cala m

o lo

o ha pasado por aquí y las pisadas extinguieron la yerba. —Señalo con el mentón la

imos durmiendo cerca de

ostumbran

a mueca. Dejo de sostener su

cede —

erte lluvia ha extinguido las llamas. Los cuerpos despellejados en el cen

s —susurro al sentirlo cerca—, hay que tener

¿ento

ndete. No estás preparado para una l

as en su piel me demuestran que fue enviado por Odín, es curioso que lo hayan asesinado tan rápido, se supone que los combatientes enviados por este dios omnipotente son fuer

uedes

es viajan con celeridad al norte

as cabañas, quizá te encu

acue

, grita. Estaré allí

ano. No guardo la espada, pueden llegar enemigos

métricas. Sé para qué son y me servirán demasiado. Le quito la armadura a uno

trado algunas

l traje. Lo observa

re también. Aunque si tengo la oportunidad de comprar una loriga mejor, ten por segu

que parece de mi tall

campado, así que no duraremos mucho para llegar al área meridional. —Saco de mi cinturón un cuchillo, trag

ta al tenerlo

r los armazones de los lechos, debajo de ellos se puede

emos l

o—, ya que están muertos y n

que me encuentre como una d

ibundos, reunirán la poca fuerza que poseen e intentarán asesinarte. No dudes en rematar s

y trolls

al instante al lado de la chimenea. Me agacho para recoger las perlas—. T

dré en

caer otra cos

Si no lo hacemos moriremos de inanición o

é que no opina lo mismo, pero debe de conform

caré

otro hogar. Necesita estar solo p

sangre de las heridas fluir. Intento erguirme, pero no puedo. El cielo azul me saluda, la furia me inunda. Me levan

se jacta. Su barba trenzada, las intrincadas runas y l

lasmado en mi voz. Muestro los dientes al se

intentando recibir el suficiente oxígeno. Dejo

que su puño impacta con mis antebrazos, m

golpe. Descubro la mitad de mi rostro para devolverle el ataque,

bros para ent

reí que los

tellos lo que apenas vislumbro mientras nuestra pequeña reyerta evoluciona, se mueve demasiado rápido, pero se can

sueños,

. Me dirijo donde se encue

! No importa si este era una deidad menor, per

l susto, retrocede afligido con la mirada puesta en cómo

eza caliente, ¡hazlo cua

nto —tar

vo más

trofeo para él. Mantente al margen, ¿cuántas veces me tocará repetirlo

hace que lo suelte. Aprieto más mi agarre, si me toca z

me disté en su clavícula —solloza, asustado. Suavizo mi afiance

sobar su bícep, la marca de mis dedos está impresa en su piel. Frunzo los labios, le he hecho dañ

joyas —mur

entendible, pero por su es

nos servirán

hombro tropie

e caces. Así podré ver tus aptitudes que p

ón. Giro su rostro hasta cas

se abren más—. Deberías estar feliz, porque jamá

se desencaja,

Y

entro de poco

is costillas que se resienten con cada respiración, solo las heridas su

nduce al septentrión, pero baja del sur. Así que debemos ir en ese sentido,

r se reunían con él para divertirse; dicen que sus agu

ca beberé de esta torren

tomarla, te p

lo fuese… ni estando moribunda de sed lo bebería. —Agar

muerto justo ahí si mi

eja. ¿A qu

sonrían por ti

… l

ojeada ante

ediste que

r alguien

de que nacis

nde proviene el agua, sería arriesgado irnos por ahí, no lo pienso por mí, lo hago p

ara llegar al nacim

posar su mirada al mismo punto que y

dea

duraría

s días co

hombros, sus pupilas se agrandan al

da. Si hay algún enemigo, retrocede, pero si ves

isa, los copos de nieve parecen entrar en ralentización y los chapoteos de pisadas apresuradas se mezclan con

e alivio es expulsado

buceo. Mueve su cabeza en aprobación; sus hombro

ción junto a sus mascotas. Nos hemos adentrado mucho en este bosque, en zona inhabitada por los human

s dos luceros grises me hallan. Bajo la cabeza como signo de respeto, él era

debo amilanarme—, tu o

frente, el vaho que expulsa su n

n joven en mi bosque?,

iado cerca de mis manos. Se yergue sobre mí, imponente. Por el rabillo del ojo veo como Óláfr

rir, solo deseo hallar un troll

l permiso

o puede ver mi rostro y si lo hace, sabrá de qui

e debía pedi

l momento que levanta mi cabeza con su inmensa pata. Sus ojos

labio. Sus filosos dientes se asoman, su trompa se frunce

ño de ellas se aparta de mí. Empieza a caminar en círculos, d

ién

ija —digo

ide un calor familiar, no entiendo nada en el instante que su

ento, p

Qu

era ningún conocimiento sobre ti, ni de tu padre. La diosa de la guerra

vista y el escozor de m

el perro gigante q

s dioses, con la pequeña que pronto sufriría por e

esin

ad

o, no tarda en acariciar las cadenas—. Tu padre tampoco

s. La droma* nunca te co

sto cuerpo. Le gruñe a Óláfr que tiemb

i comp

o dicho

-Fr

Envuelvo su torso con la piel que siempre ma

mi nombre. Padre me lo dio al nacer

on un gruñido feroz; su pelaje gris se alza a cada respiració

s, un hijo de Odí

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