o cosas que nadie más veía. Sara lo abrazó apenas lo tuvo frente a ella, temblando de alivio y miedo. Jon, ajeno a la gravedad de todo, trató d
el miedo a perder a los niños era aún más fuerte. Sabían que Skoll no descansaría hasta saldar su deuda con N
divisaron una cabaña abandonada, un cascarón de madera vencido por el tiempo, con las ve
haqueta empapada y dejándola caer al suelo con un golpe sordo-
una calma que no
así resolveremos esto. La paciencia será nuestra aliada... pero necesito que
, con los ojos lle
cho con furia, y la única luz provenía de una vela que temblaba en la oscuridad.
-preguntó, romp
ueva donde habían estado los niños? Vi algo en las
calofrío.-¿Crees q
e.-No lo creo. Lo sé
o se volvió espeso, como s
s, pidiéndole silencio. Lo llevó hasta la ventana, donde unas tablas rotas dejaban ver el exterior
manada.Sus ojos rojos ardían
ba. Nil, sin apartar la vist
rán -dijo Martí, apena
a forma de
rza capaz de detenerlo cuando se aferraba a una idea. Empacó en sil
a sería nuestra aliada.
ondo. Por una
minaban con sigilo, ocultos entre los matorrales, sintiendo que el bosque
ombras: Triana.Corría con desesperación, t
erla, pero Nil lo contuvo con un
ron al unísono. La manada había visto a la niña escapar y comenz
ó bajo una mesa rota. El viento hacía crujir las paredes, y el olor a humedad la e
erribó. Triana corrió hacia el sótano, tropezando entre las sombras, mientras Skoll
vibrar los árboles. Los relámpagos iluminaban el cuerpo de Skoll subie
contraron. Triana estaba escondida bajo una vieja manta, con los ojos abiertos de par en
su linterna. La luz temblorosa
a, ¿qué pasó? -
al pozo, Gael se lastimó. No podía caminar... insistió en que nos fuéramos. P
rtí se miraron: ambos pensaro
cuando ustedes estaban escondidos... Nos quedamos solos y escapamos por un túnel. Pero uno de los lobos re
umador. Solo se oía la lluvia
a.Afuera, los aullid
el arma y dijo en voz baja:-No
dor. Skoll estaba al acecho, invisible, respirando en cada sombra.Cabalgaban sin descanso, ref
, la certeza de que el bosque no o