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Historia

Capítulo 4 Los Vega.

Palabras:1741    |    Actualizado en: 29/10/2021

en menos la aguarda —

*

nos la persona que bajó del taxi. Santiago la observó con l

ló la cuarentona al ver a

odiaba

por el resto del centro comercial. Sus ojos cariñosos lo esc

ontraatacó Santiago

entornó

anjó agitando un de

u hijo se tomaba la libertad de bromear con eso. La señora Karen Cisneros ya no sentía siquiera tristeza o a

quirió, pues cinco minutos antes le había enviado

dónde esta

ra solo por gusto, claro que le encantaba ir de shopping, pero en esa ocasión había hecho las compras de improviso por la razó

nsor, Santiago apretó los dient

hecho crujir los dedos de no ser porque

, verduras, frutas, pollo y unas prendas que Karen no

ca burlona al momento que su progenitora l

gusta la ropa? —titubeó tomando dos bo

stas en esta ciudad. Ah, espera... Nunca

la mayor parte del tiempo no había ningún tipo de represión en la relación

un día común y corriente en la universidad hasta que Eliot le mostró u

ca era esa la de tu ventana y ella m

acosando, quizás por eso no le dijo su nombre. «Amargada y odiosa» masculló al recordar ese preciso instante en el que se conocieron, o, mejor dicho, en el que ella lo conoció porque todavía él no

ada —¿qué? ¿Había dicho eso es vo

, estaba pensan

amargada? —su amigo no tenía ni pizca de verse molesto.

liot todo lo sucedido con respecto a la música, la c

ip hop —comentó después de no hallar alguna opinión sobre el

mencionó más d

*

Karen en el sofá

ue parecía haber crecido de un solo tirón ¿cómo podían crecer los hijos tan rápi

mpo, cariño —le siguió el juego.

lo, también castaño aunque más claro, de su hijo, arrullandolo, como se permitían algunas tardes en

do y se levantó tratando de no ser brusco con su mamá. Desde hace mucho tiempo eran solo ellos dos, aunq

ntebrazos en el marco de la ventana «¿Será posible?» Al m

de agua se dirigi

—¿qué no pens

ión —mintió—. Acaba de dejarme un mensaje

aciendo un l

agitó una mano y se volv

nti

rta ya estaba

lo que te de

contenido de ese papelito,

r aquí media hora antes? —asintió—. Tambié

uación «Si dos más dos son cuatro. Entonces, los t

la primera, y única vez, que había estado allí. El silencio arropaba por completo la construcción oscura a consecuencia de la falta de música. El salón donde se había encontrado a la muchacha estaba solo,

*

radeció haberlo hecho, pues el idiota que la había interceptado esa tarde había deja

ndo una cancioncilla suave y repiqueteando con los dedos las paredes. Su estado era tan profundo que su leve sonrisa no se esfumó cuando atisbó la figura masculina de Santiago sentado en el

í! —bramó sobresa

esto un mono jogger que se ajustaba a sus generosas caderas y una blusa gris corta como la que traía puesta el día ante

hablando —rezo

s palabras que obt

tratado con mucha simpatía; quizás l

los labios de San. Ella lo captó,

al —sacó las zapatillas de su mochila y se contuvo de s

después de sujetar bien las cintas de razo a sus t

doce —se había puesto de pie, la mochila

scifró como ejercicios de calentamiento, hizo caso a la petición de la muchacha y se sentó de nuevo a espectar atento a la preciosa ba

mpre bailaba de la misma manera y que no había razón por la cual cuestionarse si estaba siendo más sibarítica de lo que acostumbraba. Pensó por último en que debía dejar de recurrir ese lu

ejó llevar por s

*

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