ÍTU
al igual que todas. Esa tarde sólo había cinco mujeres entre ellas Estefana y la pequeña Candelaria
o habían tenido tanta suerte, era p
en ellas, ni en como pudieron haber sido descu
una podía escuchar nada, ningún disparo, nin
ún así ninguna se atrevió a salir. Decidieron esperar un poco más. Media hora más tarde cuando Antonina se animó a salir, Estefana le advirtió que si hubiese sido un
chó un disparo. De nue
tefana calló su boca como lo había hecho con Candelaria antes. C
eron permanecer ocultas
n viejo amigo suyo; propiedad que estaba a las afueras del pueblo.
es no parecía tranquilizarse pues casi
le claro; ya era hora que regresara a la hacienda donde
Flores así como Rafael, conocían muy bien la casa y más de una forma para salir de la propiedad sin ser vistos. Así que por
lo me urge casarme c
No coma ansias total, la chamaca ya es prá
o tanta vida, me urge tener un hijo c
o tomando dos copas de vino para hacer un brindis con don Narciso –
go de un rato, regresó al despacho y le informó
menzaron a buscarla por todas part
lo furioso abofeteando a la nan
entó sus planes, ella casi podía asegurar que la
a en Durango. Comenzó a pedir información sobre Ra
da la hacienda y el pueblo, pero nad
nda y nunca había escuchado sobre ese tal Rafael Medina – dijo una ancia
or q
ez haya cambiado de nombr
o debe serlo, tiene
lo? ¿Cómo q
s que no lo veo, lo deje de ver cuando é
hombre hecho y derecho. Tú no sabes ni a quien buscas. Tal vez ya te has t
lo que era mejor que regresara y rescatara su hacienda; pero a pesar de que tuvi
sí el joven cumplía su promesa de regresar, iba a poder
nsolo, que al verla le propinó una fuerte bofetada pues sus planes se
Flores –, no era eso lo que
ra con quién? ¿con el fantasma del viejo Narci
ace tres días – le di
a fuésemos millonarios; el maldito viejo no iba a siquiera poder toc
u habitación Flores se sentía a la
ciso; e iba acompañado por un hombre joven, alto y apuesto, de corto cabello castaño, peinado
licenciado mientras miraba con
e con don Narciso muerto... recuperó mi hacienda,
í el señor Constantino Robles y Quijano es hijo d
comentó que nunca tuvo hi
quí presente lo... – dijo el licenciado Rod
pueblo andan diciendo, no lo voy a discutir con un simple viejo borracho... pero lo que si
usted mi señor – dijo Asúnsolo tratando d
uez quiero que a partir de mañana evalúe la propiedad, le pong
ntras miraba todo como algo de poco valor. El licenciado salió
o bastardo del maldito Narciso – dijo Asún
ecido cerca del recibidor, escuc
ita ilusionada –, tal vez pueda razonar
un tipo frío e interesado. Y todo lo que busca
er el evalúo del lugar. Y don Asúnsolo no paraba de acosarlo
a puerta de la recámara de los pad
sentía como si les hubiese fallado a sus padres al
ñorita – dijo
Este es el lugar de ellos, si lo de
as a un lado – di
uí al licenciado – dijo Asúnsol
llegar buscando al licenciado vio la esce
a a golpearlo pero sólo lo empujó. Luego ayudó a pon
lla sintió algo muy extraño al verlo, sintió como si lo conociera de tiempo atrás. Para ambos fue c