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Historia

Capítulo 3 Recuerdos

Palabras:1695    |    Actualizado en: 26/04/2022

r que verme lo quisiera o no, así que me arregle y me puse lo más presentable posible, me aféitenla y me peine el cabello castaño con los dedos. Me puse la chaqueta de cuero negra

zón debido a los recuerdos que amenazaban con explotar en mi cabeza. El aíre me

lada y un extraño mareo se apodero

e movía con el viento creando una danza perfecta sobre la pequeña diadema de rosas rojas que decoraba su cabeza. Su mirada verde acentuada por el maqui

oche con el suave y cálido viento que golpeaban nuestros cuerpos,

lice el delicado anillo con un pequeño diamante en su dedo anular — No te prometo que siempr

este empezó a palpitar más fuerte por su contacto, por su mera presencia y cercanía — yo te quiero

on delicadeza como si se tratara de una rosa, suspiró con lagrimas de felicidad que desli

mpo lo haremos realidad —

erdo, me aclare la garganta y volví a parpadear para hace

ara que cada uno de los recuerdos de mi vida con Isabel salieran a flote y no ese — especialm

tia

s promesas que le había hecho a Isabel me mataba. Desperdicie el tiempo con ella, la tuve en mis manos y no la pude retener. Se me escapo de entre las

eces— murmure endere

me estaba asfixiando, sentía que las paredes se me echaban encima. Sentía que me iba a quedar atrapado en ese g

secuencias de encontrarme con algún policía. Me importaba una mierda la autoridad. Lo único que tenia en mente era llegar a

o ochenta kilómetros por la autopista, adelantaba los coch

na distracción a su presencia constante y eso era un alivio para mi jodida mente. Había algo en la velocidad que me cautivaba, que me

unto la psicóloga con suavidad y neutralidad re

n brazo sobre el sofá juguetean

o — por supuesto que

qué Isabel te enc

e en cada vibración del volante, centrándomelos en todo lo que pasaba a mi alrede

hasta los trescientos kilómetros por hora y era la hostia de tentador y la perfecta distracción. Había algo que me llamaba a hacerlo y ese algo era mi parte autodes

i vida pendiera de un hilo, pero ahora era un hombre diferente. Me gustaba pensar que mucho más centrado, que controlaba mi parte más jodida y autodestructiva. A

volante y solté poco

eraba que sí, que hubiera tocado fondo para poder leva

la entrada del edificio de veinte plantas, donde estaba la empresa que había tenido que sacar a flote g

e se extendía por su arrugado rostro. Era un hombre que la vida había tratado mal en mu

ún él- me ayudó a salir con vida de una situación peligrosa. Una situación que no había elegido yo, ni mucho menos, todo era por el mal manejo y los negocios i

ndí las llaves del coche y le di una suave palmada en la espalda a modo

observarlo con curiosidad — Hoy verá a su mujer — aclaro mo

aceleró por los nervios que estaba intentando mantene

no sabiendo si decir algo o no. Entrelazo

ne — lo que sea que

tió ráp

alma gemela. Si la señora Isabel es el amor de su vida, haga todo lo que este en sus manos para recuperarla, porque de lo contrario es un dolor con el

voz al hablar. Él me miro fijamente y asintió como diciéndome entiendo lo

inten

— dijo con serie

n la entrada observando como se subía al coche

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