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Historia

Capítulo 4 Mancomunados

Palabras:5126    |    Actualizado en: 18/11/2022

yor virtud, incluso cuando pensé que no tenía ninguna. Esta historia fue una bocanada de oxígeno puro, una que vino de repente y sin avisar, sorprendiéndome gratamente cuando me

nes sin salida, hasta que llegué a la conclusión: ¿Cuántas veces debemos fulminarnos a nosotro

cosmos es infinito por lo tanto las posibilidades también lo son. Y es que había estado pensando cuán densa se torna la existencia, vértebras enmarañadas a un sin número de causalidades expuestas de cierta forma gracias al efecto dominó conducido como resultado de nuestras acciones. Debo reconoce

desasosiego y zozobra. Cuando la luz simulaba un sueño tan distante, cuya lejanía parecía interminable y mis pasos demasiado lentos para llegar a ella. Justo allí cuando estaba a punto de darme por vencida por estar convenc

epopeyas que narran mensajes sin relleno, y en el que en su dualidad de prosa y verso encontré el bálsamo que acaricia mi alma. Recordé aquel

hora de grandes temblamos ante el misterio que radica en nuestro interior, es que las emociones suelen venir agarradas con pesares, y ni el más dotado de astucia podría salvarse de esa nefasta unión. En un momento los ojos orbitando absortos alrededor del aura índigo proveniente del amor de tu vida, (cabe recalcar que el verdadero amor es sólo uno y vida un concepto relativo, puesto que el sentimiento no escatima en tiempo ni los eones lo debilitan, el va más allá del más allá, incluso hay quienes

Esas pupilas dilatadas en aquellos ojos rasgados, revelan la conjunción de dos caras oriundas de mundos separados. Tu mirada suele alumbrar mis o

tu recipiente contiene esa magia, desde antes de nacer, pr

rar paciente mientras no olvida. Seguiré oculta en tu cuerpo, llevando un nombre que desconoce

sado, que poses tu fulgor ocular, en estos

s de creador a musa, hacerte arte es mi lem

o de las constelaciones que habitan dentro de mí, quien vio en mis defectos la más grandes de las glorias del ser. Él, mi Marcus, el Marcus de una Quilla lo suficientemente inestable como para rodar y caer sobre mínimo movimiento de placas tectónicas. Yo, una Andrómeda encadenada y

illas que soñaran con su música y se inspiraran con ella, porque si mis queridas lectoras, todas podemos tener esa valentía, ese talento y

ios Apolo. Apolo fue un importante dios griego asociado con el arco, la música y la adivinación. Epítome de la juventud y la belleza, fuente de vida y curación, mecenas de las artes y tan brillante y poderoso como el mismo sol, Apolo fue posiblemente, el más amado de todos los dioses. La importancia del mito de Apolo deriva de los grandes poderes que se le adjudicaban a esta deidad. Se le consideraba el dios de las artes, de la profecía, portador de la luz de la verdad, regente de las plagas, las epidemias y la muerte súbita, pero también de la sanación y la protección contra fuerzas malignas. Así mismo, en el mito de Apolo se le adjudica a este dios la regencia sobre la belleza, la armonía, el equilibrio, la perfección. Era el iniciador de madurez en los jóvenes, protector de pastores, marineros y arqueros, así como señor máximo del arco y la flecha. También dios de la música y la poesía, jefe de las musas y patrón del Oráculo de Delfos. El origen de Apolo señala que este dios era hijo de Zeus , máxima autoridad del Olimpo, y de Leto, una titánide. En principio, Zeus se interesó por la hermana de Leto, llamada Asteria, e intentó tomarla por la fuerza. Ella, espantada, se convirtió en codorniz para escapar de su asedio. Como siguió acosándola, se arrojó al mar y se convirtió en la isla de Ortigi

. Éste, al sentirse humillado por el arrogante dios, decidió darle una lección. Cuando Apolo se encontraba en el bosque cazando, vio a lo lejos una hermosa joven llamada Dafne, que en realidad era una ninfa. Eros decidió aprovechar el momento y disparó dos flechas. La que disparó a Apolo era de oro, lo que producía un apasionado amor. Sin embargo, a Dafne le disparó una flecha de plomo, cuyo efecto era exactamente el contrario, sentir odio y repulsión hacia el dios que se había enamorado de ella. Apolo entonces decidió perseguir a Dafne allá donde fuera hasta conseguir su amor, pero Dafne, bajo los efectos de la flecha de plomo, huía como podía de él. Al llegar al río Peneo, Dafne, cansada de tanta huida y justo cuando ya Apolo lograba alcanzarla

a una corneja y esta le advirtió que no era buena idea llevar malas noticias, pero el cuervo la ignoró. Apolo quedó completamente consternado. En medio de su ira, maldijo al ave y la condenó por siempre a llevar plumaje negro. Desde entonces se le consideró un “ave de mal agüero”. Apolo fue hasta donde estaba Coronis y, lleno de ira, disparó una de sus flechas contra ella, atravesando el pecho de la mujer. Cuando la vio morir, el dios se arrepintió y trató de revivirla, pero ya era tarde. Después la llevó a la pira funeraria. Así, cuando el cuerpo de Coronis se consumía por el fuego, Apolo decidió sacar al hijo de su vientre. Tal hijo er

a la memoria. Ella, a su vez, era hija de Gea, la madre tierra, y de Urano, personificación del cielo. Se cuenta que Mnemósine y Zeus yacieron juntos por nueve noches y que por cada noche nació una musa. También se comenta que en el inframundo había un río llamado Mnemósine, al lado de otro llamado Lete. La mayoría de los mortales eran inv

o o de la creación artística. Se suponía que, si la musa correcta visitaba al creador, este tendría s

ia y de la poesía épica. Llevaba una corona de laurel y un

la epopeya. Su papel era mantener viva la memoria de la generos

que llevaba una corona de rosas sobre su cabeza y portab

, en particular, de la interpretación de la flau

ás bien de la narrativa trágica o escritura literari

a de los cantos sagrados y de los him

ia y de la poesía bucólica. Era la anf

a danza y del canto lírico. Portaba guirnaldas y fue

mía, de la enseñanza y de las ciencias exac

pués. Los legatarios de ambos mitos reconociendo el amor en varias de sus presentaciones, amores fraternos y amores de índole romántica. Por un lado, en la primera parte de esta novela, tenemos a Apolonia, una heredera del dios Apolo, y una acérrima hermana, cuyo sufrimiento por la pérdida, será transformado en

versidades. Las deidades y los humanos unidos por ese sentimiento del que acertadamente nos hablan los poetas. El amor a diestra y siniestra, acompañado por las deliciosas sonatas y arpegios de Chopin, Vivaldi, Bach, co

y y

encia

sé lanzar las flechas certeras contra las bestias feroces y los feroces enemigos. […] Conténtate con

dad. ¿Quién sería el emisor de tan despectivas palabras? ¿Quién las habría recibido? Se preguntaba constantemente, cada que en la última fase del

ndría tiempo para analizar tales preguntas, ese sueño se había convertido en propietario absoluto de todas sus noches, así que daba por hecho que a la siguiente volvería a visitarla, ella pensaba que a lo mejor se trataba de una videncia premonitori

posible, Polly nunca había sido una chica de exagerada preocupación por el aspecto físico, siempre destacó por su naturalidad, aunque era una mujer preciosa de facciones finamente delicadas; tez blanca y amelocotonada, provista de unos pómulos pronunciados y labios constituidos de un carnoso carmín, cabellera larga y dorada, mientras en sus cuencas encajaban unos diáfanos ojos azules, tan cristalinamente azules como el océano que rodeaba a la isla flotante de Delos, la misma isla que antaño vio nacer al predecesor de su dinastía familiar; el mismísimo di

pie y de ese modo también ahorraba en gastos innecesarios de transporte mientras ejercitaba el corazón con cardio, el corazón, su pobre corazón roto justo a la mitad desde que su melliza Ámbar descendió por mano p

, su compañero de trabajo cua

ar que le obsequiaba una de esas so

ra impoluta que insinuaba inocencia. Todo su ser resultaba ser una exquisita combinación de macizo cuerpo como de

ojo. Aquello ya se había convertido en un hábito. La misma pregunta y la misma resp

e con ella. —replicó Karl mientras le devolvía el guiño (cosa que tambié

orma tan suspicaz que parecía escondiese algo y tratase de ocultar mínima evidencia en sus

de su rutina, por darle un momento de paz a sus pensamientos. Karl en definitiva amaba de verdad a Apolonia, a su Polly y con honestidad deseaba su bien y sabía que, dentro de las c

cada al adoquinado que recubría el suelo sobre el que estaban parados. —Será mejor que vaya

—Otro día espero se dé, deseo compartir un momento ameno contigo, fuera d

ó Polly, calmando así al muchacho. —Prometo hacerlo cuando salga

nos hoyuelos enmarcando su hermosa sonrisa. — Pero dime algo; ¿Ocurre algo más allá de ello? ¿Puedo ayudarte en alguna cosa? —preguntó a la

indaga repitente en mi cabeza. No quiero que tengas esa cara de intranquilidad, no deseo qu

a. —Sabes que puedes decirme lo que sea, que pase lo que

io. —Y si, estoy segura. —apretó su mano. —Todo est

mirada, sus ojos verdes irradiaban

eres por mí. —expresó la jov

ellos de esmeraldas expuestas a la luz del sol. — Estaré disponible siempre para ti, es decir, p

edad porque llegasen a su fin las ocho horas de trabajo. Cuando el reloj marcó la hora de salida, como

jo en la salid

rgonzado por creer que recibiría

ó directamente al par de esmeraldas

as mejillas tibias y rojas, intentando mantener el contacto

enado Karl. — Te prometo que saldremos y te confesaré esa parte de mi vida que ateso

más, soltó su mano y se marchó. Karl quedó atónito y dubitativo, acariciaba la mejilla besada por Polly, mient

este seguía con insistencia los pasos de su amiga, la afluencia de personas le obstaculizó la persecució

lemente Polly al taxista, aunque su

testó el taxista, devolviendo la c

urante “La Fortune”

lle? —indagó

e mismo, el que queda en el muelle

ly recibió varias llamadas que rechazó mandándoles directamente a

ueda hacerme cambiar de opinión. —sentenció una enojada Po

sin antes colocarse unos lentes de sol para tapar sus ojos y cubrirse la dorada cabellera con una pañoleta. Agradeció a

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