img La Princesa del Alfa  /  Capítulo 3 2 | 21.43%
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Historia

Capítulo 3 2

Palabras:1749    |    Actualizado en: 28/01/2021

-Nor

antado de

bel

e este horrible lugar a esperar mi preciosa muerte. Aquí es cuando te das cuenta de que todo pudo haber sido mucho mejor que antes. Probablemente si yo me hubiera portado mucho peor que antes, haber respondido y estar cont

ué estoy aquí, en este lugar y en est

sé si me moriré

estás —admite una voz de m

no entrar en pánico, pero vamo

y mur

rando hacia todos los lados—. ¡¿Quién está

dre que m

de quedar dormida en la bibli

lo que hago. Me siento otra vez en el suelo a llorar. La parte baja de los troncos

un mom

libro que me tra

do el libro. Estúpido libro en miniatura que me absorbió y me trajo hasta aquí

ra lo único que se escuchaba mientras yo co

sa?

estar con suero por mi desaparición po

—la voz gruesa de un hombre,

scucho m

na mala partida para crear esa

de, la voz de una mujer

amente y miro h

s en este lugar? Aún es de día, pero t

ayos estoy

—. ¡Que alguien m

resp

enc

ío

vor! —vuelvo a gritar, me siento en el sue

lo que escucho a lo lejos son los sonidos de cosas extrañas. Grillos, pájaros

te por haber inaugurado un refugio para mujeres maltratadas. El pijama es un mono de

se ve mejor —dice, nueva

encantadora. Puede iluminar el camino más osc

ántropos con ella. Mi madre amaba las historias de los lobos y lo admito, en su momento tamb

solo respirar se me daba

año en mí y lo había olvidado, pero estaba tan sedienta, que mis labi

, con voz ronca—. Vamos, Isabella. Debemos buscar la fuerza

. No me considero una mujer débil, desde pequeña he venido luchando por dejar mi marca en el mundo. He ca

acio

sin

o de p

ción de

son maltratados por las mujeres. El parlamento al recibir la propuesta que presentó ese día, se rieron fuertemente. No podían creer que existían esos casos,

n tratados con igualdad. Lamentablemente, aunque muchas veces mis planes sean cambiados, e

*

ces más, caminé intentando cons

a que me s

os, pero todo era igual al lu

me sobresalta—, oh, lo siento. N

cupes, cari

acia abajo y puedo decir que p

nta—. ¿Quieres que me quede contigo? Mi familia está un poco

o el

asiente—. Podían haberme mata

una extraña —rebusca entre sus cosas—. ¿Tienes sed? Parece que tienes p

a es profunda y las arrugas en sus ojos salían cuando sonre

¿Quieres que te dé algo? —

rpresa y me empiezo

alejándome en el suelo porque no tengo fuerzas en el c

rcar, niego con la cabeza para que no lo haga—. Marili es la luna que todos aman. La que ilumina nuestros camin

no,

la. Estaba en la biblioteca del palacio y no sé cómo, pero ahora estoy aquí —miro un bicho que intentaba subir a mi cuerpo—. ¡No, Dios, no puedo má

de un hombre me hace dar escalofríos

oz profunda, fuerte y poco amigabl

rla todavía? —dice la niña entusiasmada—.

onde el hombre, me volteo a ver a la niña—. No debes asustar a los hu

ad

ablando co

onríe, dice unas palabras en lat

n late con fuerza, lágrimas empiezan a caer y dando u

su espalda, su tez clara brillaba hermosamente, sus ojos color avellana resalta

lar contigo —la voz de la niña aún se

desde hace rato —la corrijo—. ¿

dulce

os hasta más no poder—. Me llamo Ana y soy

lf

es una

rue

e y alumbra el bosque. Empiezo a ver todo borroso, muevo la cabez

to, Marili —su

caer al suelo desmayada, alguien me sostiene. Un aroma a

rofunda de ese hombre fue lo último que escuc

decir ese

Isabe

ncesa I

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