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Historia

Capítulo 6 Episodio 6: Amelia

Palabras:1657    |    Actualizado en: 29/12/2022

de este laberinto familiar y si ese hombre puede ayudarme, al menos lo intentaré,

merse sus galletas tarareando un canción, inocente de todo lo que pasa a su alrededor, pien

levanto para asomarme por la ventana, es él, se baja de una Hummer negra,

antes de que toque a la puerta, se sonríe al verme desde la distancia, con los labios cerrados y una mueca que me hace desconfi

a ¿Cómo amaneces? —

cias por v

me quitaras l

e lanza sobre la mesa del comedor a la que se ha adelantado sin es

e mi hijo s

oy Sergio, me llamo

S

prov

mi hijo de las galletas q

nríe y se la entrega gustoso. El hombre la toma entre sus manos

ornea

Qué so

niño, y podremos conversar tranquilos —digo. Alz

cómodo en el sofá, cruza las piernas y no me q

ido nada, ¿quie

buen anfitrión,

l de jean, mi pelo cae suelto sobre mis hombros, él me mira tanto que hace que dude sobre si llevo un ave sobr

inútiles que no me llevan

mo es que pue

lta y siento un calor extraño recorrerme, es un hombre atractivo y me s

ntos del banco que estaban pendiente por autorización, pu

o. Solo pagar algunas cosas, a

mano fre

licaciones. Reconsidera r

sé. E

Piénsal

Me pongo nerviosa, no puedo termi

le, tampoco me parece justo, me ocuparé de

ace f

hermano, y se han tr

tono me dan

eleas famili

le gustaría que yo me qued

nto o

y s

sar caracas, vamos. A Joaquín debe s

a en serio, paso saliva, me levanto y veo a mi hijo en la mesa de

eras? ¿Por qué l

, n

ha notado que no sé caminar muy bien

ómodo, subire

rada a subir monta

forma, subiremos en teleférico. A

ro —grita Joaquín

i cintura, alza su ca

, por

bien,

, graci

sin ver a nadie, sin salir. No confío mucho en Sergio, pe

los zapatos y c

onríe y

esp

o en mi cabeza que parece bueno aún cuando yo misma he dudado. La hemos pasado mal estos meses, merecemos

n él deberemos

nto deportivo azul, va a juego conmigo, no deja de brinc

ist

S

amo

er, hay dos, subimos a la primera en la parte de atrás

e no había visto a mi bebé así de emocionado y sonriente, me doy cuenta de que

de seguridad que tiene, bajan todos a la vez y nos escoltan hasta

niño, pero si me ocupé de que estuviera meno

me había subido a uno. Aprieto tan fuerte la mano de mi hijo que se queja, Sergio se

n su vegetación y vista a la ciudad, hace frio por lo que me

tranq

Berlín, créeme esto es

puedo notar aun debajo de su camiseta. Lleva pantalones deportivos. El olor que queda impregnado e

n Berlín

hace much

vuelto des

N

r qu

os ojos y sonríe de medio lado, s

rlos a ustedes que fueron tan imp

habías v

coincidimos otras en Estados Unidos y

extra

iempre —responde con semblante triste. Mir

iones de los guías. Los guard

ento m

vuelve a

os. Sabes, en Alemania vivo solo, sin mujer, hijos, así qu

tener

cómo es Berlín, c

é te d

s en mi estudio porque, bueno, ya

. Debe se

rá más

ndamente, perdió a su hermano; por primera vez desde la muerte de Mauricio salí de mi burbuja y vi mí alreded

r en el dolor de los demás. Él solo quería rec

conmigo, aunque

río de

res muy lin

a nerviosa, siempre pensaba que se propasarían, pero él era amable, sobre todo con mi hijo,

omamos alg

Va

amistad, o simplemente un cierre

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