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Historia
No Pude Olvidarte.

No Pude Olvidarte.

Autor: J.C.CASTRO
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Capítulo 1 Amor Inocente.

Palabras:2230    |    Actualizado en: 17/01/2023

an el primogénito de los Ferrer, el orgullo de su padre, la adoración de los ojos de su madre, protegido amado, había sido el niño anhelado, el hijo que siempr

era vez, su madre lo había amado desde que supo que estaba en su vientre

enido una niña, la pequeña Renata, era una niña preciosa, hermosa cabellera negra como el ébano, cejas tan oscuras como una noche sin luna, y unos ojos muy peculiares, los cuales había

y unidos y disfrutaban de las tardes corriendo en el hermoso y bien cuidado jardín, como en aquel preciso instante, en el que juntos jugaban y se divertían. Él parecía adorarla, hablaba de ella todo el tiempo, sus ojos brillaban al contar las aventuras que llevaban a cabo en el jardín, lo hermoso de su

a alegre mientras él la

e la cintura, ambos cayeron al suelo rodando y riendo de ple

e sus ojos opacaba la luz del sol. Maximiliano, detuvo sus manos y se quedó

miró con sus grandes ojos, sonro

ndo, Max. Me gusta much

quiera las del colegio son más bonitas que tú — Renata sonrió ante el

saré contigo— con

los de la niña y los rozó con del

us mejillas y sus orejas se ponían muy cal

do le dice algo bonito. Yo creo

én lo creo

*******

s más ta

, mi amor?— le pre

os labios con ternura, rodean

vida, o al menos eso espero— l

— ¿Qué es?— le hizo un puchero— No sé

mor mío — le tocó la punta de

está matando, muero de ansias— él no pudo menos

los lugares adecuados, lo cual generaba en ella unas delicadas curvas. Sus hermosos ojos seguían tan expresivos como siempre. Claros, transparentes y realmente bellos, traslucían luz, bondad y espera

enata era para él, lo que muchos llamarían el amor de su vida, la

ismado en sus pensamientos, su mirada parecía le

il cargado de adoración y pleitesía, ahora con un amor juvenil, ardiente y desesperado. Anhelaba con desesperación las horas a su lado, er

a, sus brazos la protegían, a él acudía

a le hacía ver unos hombros cuadrados, un cuerpo bien formado, gracias a muchas horas de ejercicio, sus manos qu

x, sabían desde Siempre cuánto se querían. Maximiliano tenía unos once años cuando le había asegurado a Edwar Evans, que el sería el esposo perfecto para su adorada hija, le había prometido que se convertiría en un hombre de bien y muy

ue serás un buen e

tura esposa. Ante los ojos de Renata, Max sería un bu

nos, quiero que disfrutes de

y la tía Carlota, todos reunidos, se habían preparado para recibirlos y estaba hermo

milia, con los que creció y siempre fue feliz, la reunión había marchado alegre

y elevó la voz llamando la a

mi Renata, amor mío, ésta no es una fiesta común, quiero hacer de éste día el más espec

mi amor?— le so

er hacerte muy feliz a ti también— se hincó, poniendo una rodilla sobre el s

boca para apaciguar el sollozo que escapó de ella. Observó el hermoso anillo de compromiso qu

bajaron por

que sentimos, amor mío, dejamos lo

uiero— respondió ella para luego ver como él se ponía en pie, ella se a

comenzó a aplaudir y felicitar a los nuevos prometidos. Max, extrajo

l mundo. Y, Maximiliano no podría ser más feliz,

******

SES DESP

a se adhería a la espalda, la frente y las mejillas, su corazón intentando recuperar la rítmica normalidad de su corazón, sus ojos brillaban con intensid

res la persona que

lado— sonrió mirándolo con ternura — nunca he Sido

ti, amor mío

ndo el contorno de su boca, con dedos te

labios uniéndolos con ternura—

eran tiernas y pasionales, cargadas de la mayor ternura del mundo, la fusión de do

pió el beso, sus ojos adq

Prin

debes saber— dijo con t

no de expectativas, a la espera de una respuesta, imaginando

aría feliz, un hijo sería la más tie

iz, Renata, pero si no es

él se tensó y la mir

e hablas Renata?, no lo comprendo

e intercambio, me han otorgado una beca. Sé que no te agrada l

nata— gimió él, con oj

con ojos suplicantes— quiero hacerlo realmente, am

ella lo miró en silencio l

cinco a seis

removiéndose incómodo— es muchísimo

bajó l

as mi esposa—

cho lo que te pido, pero vendré cada vacaciones, tú también debes venir a

n ti, Renata!— gimi

pueda— lo besó en los labios— te lo juro mi amor. Podremos con ésto. Es una oportunidad de oro y antes de que lo digas, sé que no necesito una bec

on mis decisiones o peticiones. Podremos con esto, mi amor— la abrazó para darse ánimos — se

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