mujer, pero no toda
t Mura
amantes suelen pa
nón
en la oscuridad de la tierra y la
ctor
! ¡Te odio! ¡Te odi
n favor! ¡Peter Barthes es un estafador! ¡No te iba a t
a convertir en la reina del cons
de Kristen. Alanis la mi-ró
ebido a mí primero. Bien sabes que detesto ser la hermana m
s porqué e
o que no te amaba si
¡N
raban las dos hermanas después de que Naima, la guardaespaldas personal
uería sacar su coraje,
hes. Deberemos decirle mañana tem-prano a Devon que limpie tu de
ía a su hermana inhalar el humo de su cigarro. – Eres fría, dura, altaner
go… y no los necesi-to. De
rme en la perra
uiz
có a la puerta de la
me llames “johari”. No soy tu j
á ni a ti ni a tu herman
Bi
no lo tomó
se tipo estaba jugando con ella
interfiriendo en todo a lo que res
es muy bien que en esta casa no hay
te qu
omo mi guardaespaldas porque eres buena
s guar-dabas. Pero ahora, cada vez que pasan los años, me doy cuenta que no es así. Te faltan s
marg
te hubiera extirpado cualquier deseo de ser fel
eso e
o,
lema. ¿Te pago para q
es no te
e retiró. Ya estaba en la
me contarás qu
la negra de pe-lo corto, casi r
al
es, empresas, hoteles y bancos de to-da Sudáfrica pasarían a su control y se le conocería como “La Reina”, título que había tenido en vida su madre. A pesar de todo, ya comenzaban a apodarla así. Ya nada le impedía
enemos unas
lucionaste el problema que te enc
hermana estuvieran invo-lucradas con el señor Barthes y tuve que hacer algu-n
tienes e
en mi escri
nds, Edward Black, llamó y pidió cenar con us
o vamos con las transac
Le
rva donde siempre. No iré a donde
a la una de la tard
osp
l principal accioni
n aire frío se cola
lan S
xac
na y manda traer a Sanza Botha. La
Pe
s de 40 mi
la
r a Sanza Botha. Cuando Alanis quería verla, era imperioso que la en
hora no!