img El ángel en la casa  /  Capítulo 5 5 | 16.13%
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Historia

Capítulo 5 5

Palabras:2250    |    Actualizado en: 06/02/2023

os por la falta de uso de ungüentos suavizantes. Amanda abrió los ojos al senti

la sujetó del hombro, impidiéndoselo. Un suave

uido, es mu

su vida ya no era tan simple como lo había sido antes de la ceremonia. Sus sueños le habí

é oc

aprovechar que to

idad y comenzó a vislumbrar el rosto del muchacho. Estaba muy cerca del s

nde quieres ir

estarán durmiendo. Por eso d

la mañana un domingo; sobre todo después de su fiesta de cum

r los eventos del día anterior. A pesar de haberse retirado pronto, con él

a el conforto de sus sábanas cua

con un tono de impaciencia, le llegó ahoga

itación estaba en la azotea y era poco probable que los oyeran, incluso, a esas horas, cuando t

la educación de Callum había sido aún más escueta de lo que había sospechado el día anterior. Las nociones sentime

antescas puertas de su armario. Estas chirriaron como una anciana q

o tranquilizó mientras seleccionaba prendas cómodas para

r la habitación para abrir una rendija entre las pesad

se había instaurado tímidamente y ya no era noche cerra

hada. Ahora que la luz la hacía visible se sintió incómoda y co

os hinchados de adormilamiento, le daban un

agachaba para sujetar el dobladillo de la c

ay ahí

ado del bastidor, la hizo dar un sa

e espetó ella, y con un ade

ruzó los brazos sobre el pe

¿Qué está

ta oficial y en lugar de poseer a un siervo a su servicio, tenía a un

a a cambiar

ondió para hacer tal cosa

cos descerebrados. Válgame la r

hay? ¿Qué escondé

desnudo, pues la fina camisola de verano no suponía un verdadero obstáculo. Ella enrojeció

a o me toques como lo has hecho antes —explicó

o en el eje del biombo m

entendiendo el mundo que se ocultaba tras las p

la cama, dejándole la poc

entender cómo funciona el mundo, es decir, todo aq

dos los cabellos rubios de la cabeza antes que permiti

bro que tienes aquí —

o del cajón de su mesit

mo

. La idea de que Callum leyera la obra de Lewis cuyo personaje, el monje Ambr

observaba con ojos como platos—. Más tarde te traeré uno de la biblioteca

e en su mesita de noche, deseando qu

da —se burló él—. ¿Ya está

cer ruido cuando pasemos por el segundo piso. ¿

s con telas azules. La sala formaba un semicírculo en un extremo, aquel que estaba cubierto de cristaleras permitiendo el paso de una gran cantidad de luz del exterior. Las paredes blancas contrastaban con el azul y la

ervando las distintas herramientas dispuestas por toda

onrisa ante la forma en la que lo hab

hacerla sentir bien; y aquella ocasión no fue distinta. Él la observó con el

—inquirió, tras carraspear y e

rficie para después deslizar sus dedos por la oscura madera ribeteada de las patas. No contento con e

antar la mesa utilizando solo un brazo, pero estuvo a pun

apartándose el cabello de los ojos con un mo

pieza no la ha

espetó ella con gusto—.

on claro escepticismo y ella compren

algo tan perfecto sola?

su mente era la palabra que había utilizado para describir su trabajo. Lo había

lo que hacía, y había logrado vender innumerables artículos a precios des

a es más podero

inteligente por

una mano y con la otra le comprimió el

piel de su brazo mandaron oleadas de cosquillas a su pecho.

que la estaba tocando de nuevo y la soltó de inmediato. Después se arre

exionándolo para contraer el mú

za. Comprobar cómo algunos de esos rasgos se cumplían en Callum era fascinante. Ni siquiera había sido criado por hombres, pero repetía l

historias horribles sobre su especie la golpearon aterrorizándola, poniéndole la

fin, cruzándose de brazos—. Además, tus preciosos

s ojos. Callum regresó a la mesa y se dispuso a levantarla. Logró hacerlo soltando un rugido que la h

se limitó a sonreír orgulloso de su

ntratado! Puedes ayuda

ue hacer muebles

ño. ¿Cómo explicarle lo que sentía cuando estaba rodeada de madera? Cuando modelaba la

scinaba la manera en la que la madera cambia de una pieza a otra, como si tuviera su propia personalidad. Es difí

ematado en asientos, con hombros alicaídos. Por alguna razón, to

tás

sta—. Soy un siervo, pero, ¿y si quiero ser otra cosa? ¿Qué ocurre si quiero ser médico? No puedo porque soy un sie

enzó a limpiar la silla en la que habí

itía acudir a la Universidad y estaban relegadas a

dió los labio

espués de sopesarlo por un instante—. Esta vez amb

después de descubrir que los habían mantenido en ese estado durante tantos años.

que compartía sus opiniones y que sus planes eran los

viemos e

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