img Secreto de MUJER  /  Capítulo 4 Suya | 40.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 4 Suya

Palabras:2197    |    Actualizado en: 15/02/2023

universal de querer saciar las ganas que te inspira esa otra persona. Sin embargo con Carlos pasaba algo muy curioso, él no era igual al resto, eso pude notarlo rápidamente.

mi lado salvaje, desatar esa fiera sedienta de sexo que habita en mí. De otra manera jamás llegaremos a nada. Había pasado una hora de charla, risas, y miradas insinuantes. No obstante, Carlos no se at

etería, lo atento que se había mostrado en este poco tiempo que llevábamos saliendo. Realmente deseaba ser suya, sentía esa ganas de dar el siguiente paso. Sin importar todas las advertencias, el anhelo era insoportable. Todo eso me llevo a ser yo misma quién ideara un ingenio

cta para tocar su cuerpo disimuladamente. Caminé hacia él llevando esas tazas con chocolate en una charola que sostenía en mis manos. Carlos hablaba de cosas relacionadas con su automóvil, a las cuales siendo completamente sincera, no presté ningún tipo de atención. Yo solo me concentraba en tener la puntería requer

dornaba la sala para llevarme las manos sobre mis mejillas en señal d

ándose como todo un caballero a pesar de que acababa de arruinar su camisa, supongo

pañuelo para limpiar un poco el desastre que había causado, regresé casi que corriendo para tomar su camisa y come

mente mi mentón haciendo que mirara sus ojos fijamente, logrando hacer estremecer cada centímetro de mi ser. La piel que cub

cocina en mi mano comenzara a recorrer todo su pecho bajando lentamente hasta su abdomen — aunque

... Ganas — susurró Carlos finalmente entendiendo el mensaje clar

moción como sus labios se acercaban a mí, sus brazos me envolvieron rápidamente como serpiente arrastrando mi cu

humedeció el césped de las sábanas bajo nosotros. Nunca pensé que mis labios podían llegar a doler tanto luego de una sesión intensa de besos llenos de lujuria. Las prendas de rop

y haciendo que se reventara esa pequeña burbuja imaginaria dónde todas las chicas se hallaban visualizando aquella historia que ell

oria. Se nota por tu tono de voz, que es un cuento muy

ondió Rose reclinando su cuerpo hacia atrás con

eremos escucharla — dijo Beatriz

ntonces lo haré — aceptó Rose preparándose — les contaré m

una larga lista de detractores que deseaban verme fracasar. Lo normal en la vida de cualquier adolecente. En esa época nunca me preocupé por nada realmente. Nunca tuve responsabilidades importantes. Mi mayor preocupación era no reproba

. "Especial". Encontró la manera de ganarse mi confianza, y por ende mi amistad de una forma tan rápida que casi ni me percaté. Su nombre era Eduardo. Un muchacho escuálido, poco atractivo, ojos saltones, cabello corto de color negro, y una personalidad que al principio me resultó bastante aceptable. Comenzamos a pasar mucho tiempo juntos. Tareas en su casa o la mia luego de la e

ada de mis tipos de gustos. Ser el centro de atención era suficiente aliciente para seguir adelante. Ustedes me entienden, todas pasamos por esa etapa cuando fuimos adolecentes. Ser novios solamente para guardar apariencias, posiblemente era mi talento más grande. Fi

ones familiares, gozaba de gran aceptación por parte de mi mamá, hermanos, y demás. Nunca tuve una mínima queja de él cuando fue ese amigo tan especial. Siempre se comportó a la altura de cualquier situación. Faltarme el respeto resultaba ser algo impensable, inaudito, que juró nunca hacer. Qué diferente se ven las personas cuando dejas de mirarlas con cariño. Entre días y días que pasaban cayendo las hojas del calendario como descienden las verdes hojas de los

a sonaba fuertemente sin nadie que bailara en el salón, la bebida y comida continuaban intactas luego de haber pasado más de una hora iniciada. No puedo negar que noté rápidamente el extraño comportamiento de Eduardo. No era el mismo desde que llegó, s

entras me acercaba a él hablando un poco fuerte para pode

hermana — expresó de manera fría e indiferente dejándome completamente extrañada, él jamás me h

o — respondí muy extrañada mirando como s

da ni nadie podía amargarme esa noche, pero la curiosidad era tremenda. Quería saber el porqué de esa extr

a instantáneamente — ¿te podrías comportar p

n muy extraña en su rostro, era como una mezcla de rabia y decepción — pa

dije sin terminar de comprender nada

haciendo que quedará atónita y boquiabier

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY