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¿Quién diría que una simple sala de chat podía abrir la puerta a un mundo desconocido? Un lugar donde el deseo no pide permiso, donde los cuerpos se buscan antes de verse, y las palabras tocan más que las manos. Ahí empezó todo: el juego, el descubrimiento... y la elección. Porque a veces, el placer también se escribe.
Me encontraba ahí, frente a mi computador, esperando una respuesta, no sabia que esperar cuando entre a la sala de chat en linea, me sentía solo, había terminado con Jennifer hace unos meses, una relación de 3 años se fue al carajo, todo porque ella creía que yo la engañaba y no era cierto.
Había entrado a diferentes aplicaciones de dating, pero todas me parecían aburridas, hasta que llegue a una en particular, aquí había salas de diferentes cosas, así que inicie con lo más básico, amistad, aunque le escribí a muchas personas, no todas responden, pero no me importo tanto, empecé a tomarle gusto.
No era la primera vez que me quedaba a alta hora de la noche, pero hoy valía la pena, conocí a una chica, su nick era Alejandra22, los primeros mensajes fueron muy aburridos, pero me sorprendió cuando me dijo que vivía en la misma ciudad que yo y quería que nos conocieramos. Me sentí nervioso, nunca había salido con una desconocida, no sabia a quien me encontraría realmente, pero pensé que valdría la pena.
Habíamos acordado quedar en el parque central, por la fuente, ella llevaría un vestido rojo, por mi parte decidí ser yo mismo, unos jeans, camiseta y unos deportivos.
Llegué a la hora indicada, estaba nervioso, la verdad no tenía esperanza de encontrarla, pero ahí estaba, usaba un vestido rojo un poco arriba de la rodillas, unas sandalias, usaba una cartera pequeña. Ella era morena, 1.64 de altura, no era delgada, era un poco rellenita.
Me acerque a ella y la salude:
-Hola, ¿eres Alejandra22?
-Hola Igor, pensé que no llegarías.
-Sí, aquí estamos, la verdad no pensé que fueras real, bueno, si que eras una persona, pero no alguien tan bella.
-Gracias por el halago, pero que tal si vamos a lo que venimos.
La verdad me quedé sorprendido, parece que no le gusta perder el tiempo.
-¿Gustas comer algo?
-Igor, si quisiera comer algo, pero no puedo hacerlo aquí, bueno, si puedo, pero si lo hago nos podrían arrestar, estoy segura que sabías a lo que venimos y si no es así, entonces me retiro.
Ella estaba lista para marcharse, pero como un impulso le sostuve la mano.
-Alejandra, solo quería ser...
-Te agradezco, pero no necesito que me invites a algo que pueda comprar.
-Independiente, me gusta. -Ahora sostenía su mano con más seguridad. -Tengo un sitio donde ir.
-No me gusta ir a casas familiares...
-No, vivo solo, no me gustaría llevarte a un motel, te mereces mas que eso.
Ella me sonrió, aceptaba lo que le dije.
No había necesidad de tomar un taxi, el lugar quedaba solo a unas cuadras.
Llegamos al lugar, ella entró y empezó a rondar, tenía solo algunos muebles, el lugar tenía dos habitaciones. Yo no la interrumpí, quería que se sintiera cómoda. Entró a la habitación principal, tenía una cama queen, una tele, el armario y un pequeño escritorio.
-Parece agradable, antes, quiero que te des una ducha.
-Lo he hecho antes de verte.
-No importa, la higiene ante todo.
Si eso la hacía sentirse cómoda, entonces lo haría, después de todo, deje de tener intimidad con mi ex desde hace dos meses atrás antes de terminar.
Entré al baño, como acostumbraba a vivir solo, entonces no le puse el seguro, me quité la ropa y entré a la ducha. El agua se sentía agradable, no estaba helada, pero mi sorpresa fue cuando sentí un par de manos recorrer mi espalda. Ahí estaba ella.
Sus pechos estaban al alcance de mis manos, redonditos, firmes, su pezón no tan pronunciado, pero era evidente que estaba excitada, su cintura pronunciada y más abajo, más abajo un pequeño triangulito de vello, era evidente que se cuidaba mucho.
-Yo también me daré una ducha -dijo ella, antes de darme un beso en la boca.
La atraje hacia mi y la sostuve de su cintura, mientra nuestras bocas se unían, el beso era muy apasionado, sus labios sabor a cereza. Empecé a recorrer su cuerpo con mi mano, sus nalgas eran firmes, redondas.
-¿Te gustan? Me gusta hacer ejercicio.
-Son perfectas.
Ella llevó su mano a mi pene, estaba erecto, no le alcanzaba en su mano, quizás ni con las dos.
Se despego de mi y empezo a bajar lentamente, sin despegarme la mirada, hasta llegar a mi pene.
-Me gusta lo que veo, campeón, espero que sepas usarlo bien.
Sin dudarlo lo introdujo en su boca, se miraba la lujuria en sus ojos, no pude contenerme en gemir, sabía como dar placer. Me agarró mis bolas, las apretaba sin buscar como lastimar, esa sensación entre dolor y placer no la había experimentado.
-Correte para mí, lléname de tu leche -decía ella.
Con lo que hacía y decía, era difícil poder controlarme, me succionaba y a la vez su lengua recorriendo me pene, no pude más y terminé corriéndome en su cara. Verla ahí con su cara llena de mi semen, no lo olvidaré.
-Me gusta el sabor que tiene, es dulce. Como te daras cuenta no soy la típica mujer, se lo que quiero y se como obtenerlo, así que espero te portes bien conmigo, Igor.
-Si esto es solo el inicio, no me quiero imaginar cómo será el resto.
-Te toca descubrirlo, ahora terminamos de ducharnos, que es tu turno de darme placer y espero que sepas cómo hacerlo, sino solo tomo mis cosas y me marcho.
Directa como siempre, pero a la vez un reto personal, claro que tendré que esforzarme, no quisiera quedar mal.
Valentina llevaba una vida profesional estable como gerente de marketing en una empresa tranquila, con rutinas previsibles y cero dramas... hasta que todo cambia. El nuevo CEO de la compañía no es un desconocido: es Nicolás, su exnovio de la universidad, el hombre al que dejó años atrás para perseguir sus sueños profesionales en otro país. Ahora, Nicolás vuelve más exitoso, carismático y poderoso que nunca... pero también con una clara misión: poner a prueba a Valentina, demostrar que ya no la necesita... ¿o tal vez todo lo contrario? Entre reuniones tensas, miradas que arden y recuerdos del pasado que no terminan de morir, ambos deberán enfrentar lo que aún queda entre ellos. Porque en los negocios puede haber reglas... pero en el amor, todo se vale.
Durante dos años, Bryan solo vio a Eileen como asistente. Ella necesitaba dinero para el tratamiento de su madre, y él pensó que ella nunca se iría por eso. A él le pareció justo ofrecerle ayuda económica a cambio de sexo. Sin embargo, Bryan no esperaba enamorarse de ella. Eileen se enfrentó a él: "¿Amas a otra persona y siempre te acuestas conmigo? Eres despreciable". En cuanto ella firmó los papeles del divorcio, él se dio cuenta de que era la misteriosa esposa con la que se había casado seis años atrás. Decidido a recuperarla, Bryan la colmó de afecto. Cuando otros se burlaban de sus orígenes, él le dio toda su riqueza, feliz de ser el marido que la apoyaba. Eileen, que ahora era una célebre CEO, lo tenía todo, pero Bryan se encontró perdido en otro torbellino...
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
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Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".