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Solo mía... Solo Tuyo

Solo mía... Solo Tuyo

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Para él siempre fuí su angel. Para mí, siempre fue un demonio. Polos opuestos que chocaron entre sí, un matrimonio arreglado y una relación que no recuerdo por un accidente que sufrí. Llevaba una mejor vida hasta que apareció de nuevo y todo volvió de la peor manera. Nunca imaginé que los ángeles se pudieran enamorar de los demonios, pero esta es mi historia.

Capítulo 1 Persecución

Perdida en mis pensamientos, no me di cuenta del hombre que me había estado siguiendo por un tiempo, lo miré de reojo, él se dio cuenta y aceleró su paso hacia mí. Afuera estaba oscuro y la calle en la que estaba... Bueno, no había un poco de luz, tal vez una linterna a unos metros de distancia.

Choqué contra un cuerpo duro, miré hacia el que me topé y tragué saliva, la mirada del hombre me miraba fijamente.

Grité cuando me agarró la mano, luché en sus brazos cuando me agarró la cara y me dio un pequeño apretón.

—¡Déjame ir!— Lucho en sus brazos— Te voy a…— no puedo decir más porque sus labios están cubriendo los míos.

Me estaba besando brutal y profundamente, no entiendo. ¿Quién es este hombre, por qué me besa o por qué me sigue?

— Suéltame— suspiro, cuando me pega a la pared de un bloque de pisos. Lágrimas aparecen inmediatamente en mis ojos, tengo miedo.

—¡Solo callate!— Él ordena y lame mi mandíbula, junta mis manos sobre mi cabeza y besa mi cuello— Echaba de menos tu olor— susurra, queriendo volver a besarme, pero desvío la cara.

Gruñe y muerde mi mejilla, lamiendo mis lágrimas. Levanto mi pierna y quiero golpearlo donde más le duele, pero él atrapa lo que quiero hacer y mantiene su rodilla estirada entre mis piernas.

—Estoy de vuelta— susurra contra mis labios, y yo frunzo el ceño.

No, no puede ser él

No es el... No…

Afloja su agarre, liberando mis manos.

—Amon— susurro perdida en su nombre, no me viene nada más, solo eso.

—¿Quién más podría ser?— pregunta divertido.

Lo miro y trago saliva, recordando el primer día que lo conocí.

—¿Qué quieres de mí?— Pregunto con un suspiro.

Besa mi frente y se aferra más a mí.

—¿No es obvio lo que quiero?— Pregunta, y niego con la cabeza. Mira la cadena alrededor de mi cuello y sus ojos se oscurecen— Te arrebataron de mí lado— susurra con amargura— Y te estoy tomando de vuelta— gruñe y aprieta mi cintura.

El hombre tiene grandes problemas de comportamiento, un segundo está tranquilo y al siguiente está nervioso.

—No entiendo, Amon— susurro— ¿De qué estás hablando?— Pregunto con un suspiro.

—¡Oigan, esto no es una habitación de hotel!— Un anciano nos mira.

Amon saca un arma por detrás y le dispara en la cabeza, gritan y lo miran con horror. ¿Acaba de dispararle a un hombre inocente? Las lágrimas corren por mis mejillas y miro asustada al anciano que ha caído al suelo.

—¿Mataste a un hombre?— pregunto tartamudeando.

Pone los ojos en blanco y agarra mi mano brutalmente, empujándome hacia un auto negro.

—¡No quiero ir contigo, criminal!— Grito llorando y trato de soltarme de su agarre.

Me tira de la mano y me arroja brutalmente al asiento trasero, donde obsevo al hombre que me siguió, suponiendo que es su conductor.

La ventana negra que nos separa del conductor, se levanta.

—¿A dónde vas nena?— Pregunta como un depredador mientras me alejo de él.

Me estremezco y sollozo cuando coloca sus manos en mi cintura.

—Por favor, no me toques— suspiro, y él gruñe.

Su mano subió lentamente por mi pierna, pasando por debajo de mi vestido. No puedo moverme, estoy aterrorizada y asustada. Le disparó a un inocente en la cabeza, no dudó en absoluto cuando apretó el gatillo. No sé quién es este hombre, solo recuerdo que se llama Amon, tampoco se qué problemas mentales tiene, pero me aterra.

—Eres tan dulce— susurra contra mis labios.

Coloca sus manos sobre la camisa negra y comienza a desabrochar los botones uno por uno, miro su tonificado y bronceado pecho, trago saliva.

—¡Tócame!— Él ordena y yo asiento.

Él gruñe con disgusto y separa mis piernas.

—Estás enfermo— susurro llorando.

—Menos mal que encontré mi medicina— dice, besando mi pecho.

Lucho y lloro, él se enfada y me pega. Caigo en el banco llorando y llevo mi mano a la mejilla golpeada por él. Con miedo de mirarlo, lo escucho suspirar mientras toma mi barbilla y la aprieta suavemente.

—Lo siento bebé— besa mi frente y acaricia mi mejilla que ahora está un poco roja— No me molestes— susurra besando mi mejilla.

Tiemblo y lloro en el pecho del hombre que mató a un anciano a sangre fría.

—¿Q-qué quieres de mí?— pregunto tartamudeando.

Sus manos desabrochan suavemente el vestido y lo dejan caer por mi cuerpo.

—Tus senos son tan dulces— susurra suavemente, ahuecando uno de mis senos con su gran mano.

Ahora desearía haber usado sostén... ¿Por qué no podía esperar un taxi?

—Amon— susurro su nombre entre sollozos— Por favor— gimo mientras su mano desciende lentamente bajo la tela que me cubre un poco.

—Te va a encantar esto, Selene— susurra, y trago saliva.

—¡Nunca me gustará esto!— susurro sollozando y él muerde mi labio inferior. Me rompe las bragas y me mira como una presa— No— susurro, mientras separa mis piernas y las coloca en su cintura, sosteniéndolas allí con sus manos— ¡No, no quiero, déjame!— Rompo a llorar y lucho en sus brazos.

—No temas mi dulce ángel, no te llevaré aquí— besa mi frente— Solo quiero saborearte— continuó arrastrando besos por mi estómago.

Me estremezco cuando lo siento besar mi feminidad una y otra vez, arqueo la columna y dejo caer la cabeza hacia atrás. Mi mente dice que no, pero mi cuerpo quiere más. Coloco mis manos en su cabello y lo aprieto suavemente. Mi cuerpo quiere más y más y que no pare

—Tu dulzura es divina— gime levantándose y besándome.

Siento mi cuerpo arder por su toque, suspiro mientras besa mis dos senos, mordiendo suavemente.

—He esperado tanto tiempo para tocarte— susurra contra mis labios— Mi dulce Selene— continuó acariciando mi ahora sonrosada mejilla.

Muerdo mi labio inferior y aprieto sus hombros mientras desciende con besos por mi estómago de nuevo.

—Amon— gimo su nombre levemente avergonzada

¿Quién es este hombre? ¿Y por qué mi cuerpo reacciona a él como si lo conociera desde siempre? Solo recuerdo el nombre, no se como me conoce, no entiendo porque mi mente dice una cosa pero el resto de mí dice otra.

Es como si siempre le hubiese pertenecido...

XXX

Abro los ojos con dificultad y miro a mi alrededor, es una habitación extraña, masculina. Me siento y trato de recordar algo de anoche.

Las lágrimas se forman inmediatamente en mis ojos cuando veo al hombre que me dio mi primer orgasmo, está sentado en el sofá negro frente a mí y me observa como un depredador.

Suspiro al recordar que anoche mató a un hombre inocente. Se levanta y viene hacia mí, trago saliva y me tapo mejor con la manta.

—Selene— susurra sobre mis labios.

Miro hacia abajo, no queriendo que bese mis labios, toma mi barbilla y acaricia mi mejilla mojada con dos dedos.

—¡Mírame! — manda, pero yo no escucho. Gruñe nerviosamente y me empuja hacia atrás, sentándose encima de mí.

—¡Déjame ir!— Lucho mientras él besa mi cuello.

Aprieta uno de mis senos, haciéndome gemir debajo de él.

—¡Amor, déjame ir!— Grito asustada.

Mi grito llama su atención y me mira, me hago pequeña cuando veo su mirada.

—Permanece en silencio— Ordenó, colocando mis manos sobre mi cabeza.

Cierro los ojos, mientras besa mi cuello, su mano se mueve suavemente por mi cuerpo. Me besa apasionada y dominantemente, suspiro mientras deja un rastro de besos por mi estómago, haciéndome tragar saliva por no sé cuántas veces.

—Amon— me eché a llorar.

Capto su atención por segunda vez, sus ojos me miran neutralmente mientras su pulgar limpia mis lágrimas.

—¡Eres mía, entiéndelo!— Gruñe nerviosamente y presiona sus labios contra los míos, besándome.

Lucho por no llorar mientras rasga mis bragas con tanta facilidad.

—No me hagas esto— susurro entre sollozos.—¡Amon, por favor!— sigo llorando

Se me olvida respirar, cuando me agarra las manos con las esposas que me pone encima de la cama, tiemblo y sollozo.

—Selene, te he esperado muchos años— susurra sobre la piel de mi cuello, que besa— Te quitaron de mi lado bebé, recuerda y vuelve a ser la que eras— dice dejando más besos en mis labios.

Me estaba emborrachando con las sensaciones que sentí anoche.

—No entiendo— suspiro— ¿Quién eres tú y quién me alejó de ti?— Le pregunto con un suspiro.

Él no me responde.

—¿Por qué no me respondes? ¿Me amas?— le pregunto mirándolo.

Me sonríe suavemente y besa mi frente.

—Te amé desde el primer momento que te vi— susurra y muerde mi labio inferior.

Suspiro y lo miro.

—Entonces, dime, ¿quién eres tú para mí?— le pregunto.

Me acaricia la mejilla y juega con la cadena alrededor de mi cuello.

—Tu madre era una prostituta— me abofetea con esas palabras— Te prometieron al nacer— dice, y yo frunzo el ceño.

Me prometieron al nacer, ¿es posible tal cosa en este tiempo?

—Eres mi esposa, Selene— continúa, y yo asiento con la cabeza tratando de procesar esta información y tratando de recordar algo de todo ello.

¿Cómo puedo ser su esposa si no acepté casarme con él? No entiendo… ¿Cuándo me casé con él?

—Por favor, me duelen las manos— susurro, y él las suelta y se levanta de mí.

Tomo la bata de la cama y me la pongo.

—Sígueme, mi amor— susurra contra mis labios, tímidamente asiento con la cabeza. Lo sigo, abre una puerta y entramos a su oficina. Supongo— Lee esto— Me ordena entregándome un documento.

Leí hasta llegar a las palabras "Certificado de Matrimonio", al pie de la página estaba su firma y una pequeña mano, que asumo me pertenece.

—Pero no acepté eso, Amon— susurro y lo miro.

Se apoya en el escritorio y me mira. Yo era un bebé y él era un niño. No pudimos casarnos, eramos inocentes.

—Yo te quería Selene, nuestros padres estuvieron de acuerdo— dice haciéndome fruncir el ceño.

Un recuerdo estalla de la nada en mi cerebro y lo único que logro captar es que... Mis padres me abandonaron en un cementerio.

—Esas personas no son mis padres— susurro, y él levanta una ceja— Ya tengo a mis padres que me quieren, y cuando papá se entere de esto… Pues vas a ir a la cárcel

Me agarra de la barbilla y me mira, yo le devuelvo la mirada. Ambos nos miramos, pero no entiendo. ¿Por qué le divierte esta situación?

—Mi amor, ¿crees que tus padres adoptivos te encontrarán?— Me pregunta divertido.

Asiento y coloca una mano en mi cintura, acercándome a él.

— No te amo y no puedes mantenerme aquí a la fuerza— susurro.

—Puedo y lo haré amor, no te preocupes. Aprenderás a amarme de nuevo— Dice seguro y me besa, pero sin mi permiso. Muerdo su labio inferior con fuerza, haciéndolo gruñir.

—Estás loco— sollozo mientras él aprieta mi trasero, haciéndome detener.

Está loco si cree que lo amaré. No puede obligarme a amarlo, no lo acepto.

—Por mucho que intentes huir de mí y rechazarme, te querré más. Así que sé buena niña— dice besándome la frente.

¡Te mostraré que tan niña puedo ser, psicópata!

Coloco mis manos en el cordón de la túnica y la desato, dejándola caer a nuestros pies.

— ¡No soy una niña!— Gruño nerviosa.

Levanta una ceja y me mira divertido.

—Hace unos minutos estabas llorando y diciendo que no querías. ¿Qué ha cambiado mientras tanto, amor?— Pregunta, haciéndome tragar saliva.

— No soy una niña— susurro.

—Pero tampoco eres una mujer— susurra sobre mis labios.

Coloca sus manos grandes y frías en mis caderas, acercándome a él. Mis senos pegados a su pecho bien hech y esto me hace tragar fuerte.

¿Qué está haciendo ahora? Trago saliva de nuevo mientras me muerde el cuello.

—Pero te haré mi mujer, como debí hacer antes del accidente— continúa susurrando sobre mis labios.

Coloco mis manos en su pecho, poniendo una barrera entre nosotros dos. No, no quería provocarlo. Quería demostrarle que no soy una niña pequeña.

—Amon— susurro su nombre y lo miro.

—Te quiero de rodillas, pequeña, ya— Él gruñe, haciéndome fruncir el ceño.

—¡Nunca!— digo nerviosamente.

Gruñe de nuevo, su mirada se oscurece.

—No me retes, niña, porque no sabes en el estado que me encuentro— me levantó la voz.

Observo mientras se desabrocha los pantalones y los deja caer a nuestros pies. ¡Mierda!

—¡Ahora Selene!— Gruñe, perdiendo la paciencia conmigo.

—Te dije que no haré eso— digo indignada.

Me agarra la cara de manera brutal, trago saliva.

Creo que ya ni siquiera me queda saliva en la boca de tanto que he tragado en tan poco tiempo.

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