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Historia
El Bebé De La Sirvienta Y Su Hermanastro

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Capítulo 1 01

Palabras:1487    |    Actualizado en: 06/01/2024

ítu

ra

de los árboles caían; disfrutábamos verlas alzarse en

areció detenerse en esos momentos en los que tus ojos se fijaron en mis labios, yo sonreía nerviosa intentando de

or las noches, durante el día; el transcurso era demasiado difícil sin ti. Pensé

doloroso tenerlo cerca y no poder expresarle lo mucho que lo amo. Siempre que tenía la

idad entre los dos, com

*

tan cansada que debí olvidarlo anoche. Me quedé unos segundos observando el cielo de la madrugada a

r qué tuviste que irte y de

pocas cosas que tenía de él. Su aroma se había ido hace mucho de esa prenda de vestir pero

e vivíamos ese tarde explotó y la felicidad se desvaneció

n el suy

era una pequeña, jamás me lo había quitado. Sentía que mientras más

em

años atrás que fue tomada, estábamos en la playa abrazados y con una enor

lo olv

terminar de esa manera; cometimos err

labios. Podía sentir su tacto en mi piel, la manía que tenía de tom

ge —me había dicho cuantiosas veces en el p

cariciara mi coronilla. Suspiró juntando sus labio

favorito el hecho de q

sólo estaba en mis sueños

enecía y me fu

aquí todo ser

tar juntos, no lo sabría decir con certeza mucho menos cuando la vida se empeñó en p

corazón dolía cada vez que retrocedía atrás en mi cabeza y traía devuelta todos esos recuerdos que los dos forjamos de una forma especial y los guardamos al menos yo, lo había atesorado. Volví a l

demasiado

su formación profesional, pero no podía entender cómo pasaron tantos años sin que se diera cuenta de que cada día estaríamos separados. Yo no tendría a alguien a mi lado y él

aron a caer sobre mi almohada, testi

suficiente dormir con su camisa, necesitaba su presencia física a mi lado y que estuviera al tanto de lo que estaba pasando, aunque yo había actuado mal. Las consecuencias de nuestras

mente, pero merecía que él me diera una oportunidad. No merecía este trato hostil e indiferente de su parte. Lo que más

a situación injusta ni a mi peor

do fuerte y me ganaba. Ni siquiera la ardua jornada del día ayudaba, porque no importa cuánto cansancio hubiera en mi sistema, simplemente no ocurría la somnolencia. En estos ca

ba a eso. Parecía mentira que de un momento a otro había pasado a ser la hija adoptiva a una simple sirvienta a la que todos los días sin importar el

uiera, incluso no dejaba

ocina. Una vez estuve frente a esa nevera, la abrí y me serví un vaso de agua lleno hasta el tope, aunque de todos modos no iba a ingerir todo ese líquido cristalino.

sta la última gota de lágrima que habitaba mi cuerpo. La necesidad de soltarlo todo, habí

che. Ya estaba de nuevo en mi cama y me acurruqué sobre la colcha, poco a poco el sueño fue rodeándome como una serpiente. Solo que esa a prisión se sentía demasiado bien ya que me alejaba

tra vez torno a lo sucedido, respecto a ese joven que

a si no fue

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