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Historia

Capítulo 4 Lo prohibido, sabe mejor

Palabras:1113    |    Actualizado en: 05/02/2024

r a su amiga, Jessie la miraba

ue es una broma.—le pidió, in

conocí hoy, es un sacerdote,

ora te enamoras de sacerd

demás no he dicho que sea amor, al menos no aún, solo e

s un cur

mbres, ¿O no?, he escuchado

lquier sacerdote. Ámbar los sacerdotes hacen votos de castidad,

lamó frustrada—¡Si lo haces sonar co

iró fijamente a través de la p

ssie, un hombre como ese no puede vivir exento del plac

o que los sacerdo

o prohibido sabe mejor?—

una estupidez, perderás tu t

mi raciocinio, sé que es un hombre... "prohibido", pero no puedo evita

, ¿Qué rayos

que necesitaba un abrazo, olía mu

ometer una tontería. Termi

me ofende que dudes de mis

sando en seducir a un sacerdote Ámbar, no puedo

de decirte...—sonrió y la im

demonio, Á

cielo... Toda esta lujuria necesita se

e lamentó tener que despedirse, se prometieron hacer o

que te po

pero lo haré bien. Te amo, adiós— y

por lo que iba a hacer, realmente te lo quería, pero no podía, el deseo que aq

s se acercaba a él más decidida de lo que había estado ja

la casa del

de. ¿Qué se supone que haga con éste fuego que me quema?— el sacerdote estaba desconcertado, la miró perplejo ante sus pa

haces,

abajo, hasta cubrir con ella uno de sus turgentes senos, ejerció presión y la friccion de la mano del ho

eza, hija mía?—inten

a piel, sus pechos se oprimían contra él, haciéndola estremecer, ningún hombre la había hecho sentir tanto deseo, ninguno en sus veinticinco años de vida, había logrado encenderla sin siquiera tener la intención de hacerlo. — bésame Samue

del calor de ella... Ámbar abandonó la boca, para besar las mejillas, el cuello, lamer la piel masculina, mientras el sa

ocencia que despertaba sus más perversos deseos, sin apartar la vista de él, s

arecía embelesado con la visión de su dorso expuesto, y como hipnotizado por la orden extendió sus mano

allí, de

desorientada por aquel sueño... se sentó en la cama concentrándose en respirar bien, inte

la cocina por un vaso con agua, observó el reloj, eran tan solo las dos de la madrugada y

el transcurso de su crecimiento, pero ninguno con el impacto que el causó, ni siquiera su primer novio, ni con su antigua pareja, ni con el novio de la universidad, por todos había tenido

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