icina. El ambiente lujoso y la iluminación tenue destacaban aún más la tensión del momento. Suspiré profundamente, s
escapar. Continué la lectura, sumergiéndome de nuevo en la narrativa intensa que, de alguna man
onal y abría mi libro. Mi piel se ruborizaba de timidez, y mordía mis labios, sint
y miedos. El placer, entonces, se convirtió en su refugio... Mi voz titubeó al darme cuenta del cambio de postura del CEO, su mirada más intensa enfrentándome. Este hombre enigmático, a diferencia de las ofertas a
notarlo y sonrió
a portátil y leeré yo mismo! - Se inclinó aún más haci
, cerré los ojos por un momento y, al abrirlos de nu
evo, algo que la antigua yo, desgarrada por una traición, jamás se atrevería. Entrando en la habitación, el hombre seductor me volteó de espaldas, mordisqueando s
uborizado. Los ojos del CEO estaban clavados e
Su voz ronca so
los senos. Con una sonrisa maliciosa, tiró de la correa de mi vestido y lo devoró con avidez, succionando con necesidad... Gemi
entándose a mi lado, muy cerca. Llevó su mano hasta mi mentón, levantándolo para mirarme. - Tu escrit
anté abruptamente, haciendo que la computadora cayera,
sional, señor. - Encogí los
mi reacción y lueg
eder algunos pasos hasta que quedé atrapada en la pared. Me rodeó con sus brazos y acercó los labios a mi oído
ó el contorno de mi rostro con las uñas antes de presionar mis labios con el pulgar, abriéndolos ligeramente. Acerc
o los primeros botones, revelando el sostén de encaje negro que llevaba debajo. Cautivada por sus toques, fui incapaz de moverme, mi
a sonrisa mali
ó tus senos... ¿Sabes lo que eso signifi
rlo, pero él sujetó mis manos firmemen
sostén - Quieren sentir el latido del deseo con la idea de toques en sus cuerpos. Desean
é liberarme una vez más,
spiro, añadí - ¿Puede soltarme,
de deseo atravesando sus ojos antes de bajar la cabeza y pasar la lengua sobre mi sostén. Era eviden
mecida, elevé mi c
mis senos. Con la lengua, acarició los costados, mordisqueando suavemente. - ¿Y esto?
n dominarme, arrojé la cabeza hacia atrás
Un gemido escapó de mi
cuando mordió suavemente mi pezón, haciéndome jadear de dolor, antes de succionarlo nuevamente, jugando con la lengua. Intenté cerrar las piernas, pero