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Historia
Contagio de amor

Contagio de amor

Autor: Edgar Romero
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Capítulo 1 I

Palabras:1815    |    Actualizado en: 31/03/2024

iempre lo veía elegante, perfumado, peinado, con la barba bien recortada, muy atractivo y varonil, pero esquivo cuando nos encontrábamo

y tenía, ahora, una acuarela de aburrimiento y desidia, cuando hasta hacía unos pocos él estaba demasiado acaramelado conmigo, lo veía siempre divertido

se sentido, soy muy desconfiada y perspicaz y luego de sumar tantas sensaciones inequívoca

stras redes sociales, participábamos en juegos en línea y hasta apostábamos a los caballos o el fútbol. Por más que le pedía su móvil con cualquier pretexto, me decía siempre

capaz. Me volvía loca, además. Me sentía protegida entre sus brazos, me reconfortaba su calor, deliraba con sus besos, cuando hacíamos el amor, me eclipsaba por completo y me estremecía cuando alcanzaba mis fronteras más lejanas.

cinaba como el padre de mis hijos. Él inc

carreteras, mis acantilados, desatando mis cascadas cristalinas, haciéndome

iel tan lozana como el velo de una novia. Y me encantaba que tatuara todos los centímetros de mis

ente suya, en

tro de mi cráneo, como petardos, truenos y relámpagos. Me enfurecía pensar que Billy estaba con otra mujer y que esos besos tan dulces y apasionados que me daba todas las no

móvil, con mi vocecita dulce, musical, melodramática,

enas y me colgó. Ni siquiera me dio un besito o me hizo

sa. Llegaba a las nueve de su oficina y después de cambiarse, nos veíamos en el parque, íbamos al cine o un hotel a pasarla de maravillas. Esa noche, llegó puntual a su casa, estuvo algunos minutos y luego s

o estaba tan concentrado en lo que iba hacer que parecía un tanque avanzando raud

portas, eres la solitaria estrella que brilla en mi cielo-, me dijo, besándome, rindiéndome al en

da. -¿Te ves con otra chica?-, le decía malhumor

rada ya no tenía el brillo de antes, ese fulgor enamorado

llevaban al arco iris, a sentirme súper sexy y sensual y que hizo de mis entrañas un lanzallamas, ardiendo siempre en fuego y en deseos de ser suya. Sentí m

ionadamente, quizás hasta con más vehemencia y encono de cómo lo hacía conmigo, tanto que la

lé y enceguecida por los

répito, igual si se reventara una tabla. Sus fosas nasales se hundieron entre sus pómulos y Billy se derrumbó cuan largo es, aturdido y gritando adolorido. Cayó de bruces al suelo y su cara se duchó de sangre. Su

de allí, meneando las caderas como las palmeras, mi

mis almohadas, me puse a llorar a gritos, en forma descontrolada, dolida por haber sido

poquito pese haberme cambiado por esa otra mujer. Pero su traición me dolió mucho, estuve do

i, me llamó, entonces, mi mejor amiga, Natan

é a una convocatoria pidiendo anfitrionas, porque necesitaba dinero. Mis padres recién se habían divorciado y mi vida estaba patas arriba, así decidí concurr

he sentido mal estos días, ya sabes, la enfermedad de las mujer

s a la una de la tarde. Ten cuidado c

mos en marzo, no hay resfríos

ones, jamás, sin embargo, alza la voz ni se porta como un tirano o un patán. Las chicas lo adoramos y los

y mis gustitos. Perfumes, minifaldas, jean, zapatos, botines, zapatillas, blusas o lencería son mi deleite y en ese sentido soy

aban lo mismo. -Está fuerte la gripe, es mejor cuidarse, ojalá no llegue al país-, escuchaba no una sino muchas veces. En la televisión también hablaban de una enfermedad peligrosa que se había iniciado en Asia. Yo lo ve

entonces, de la entidad. Es

por eso la atención está lenta, debemos evitar c

ía en una de las ventanillas con una máscara antigases

ntó pero yo estaba perpleja, mirándolo con e

o de los resfriados era al

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