as y codiciosas, con hambre de apuestas y sed de sexo «Iuhg». Todo por mis amigos y sus estúpidas ideas de que debo salir más y dejar "mi cueva"; sí claro, como si a
chico; un muy lindo chico. -Cuatro tequilas, por favor -le pido, elevando la voz por encima de la música. Él me guiña un ojo después de asentir. Qué bueno que está...Colchón de baba. -Aquí tienes bonita -articula, tendiendo los tequilas sobre la barra, con una media sonrisa. ¡Hermosa sonrisa! -Gracias. -Le sonrío, mientras, le extiendo el dinero para pagarle. -No. -Agita su mano y se acerca a mí por encima de la barra-. Estos van de mi parte -susurra en mi oído. Es oficial, me mojé. -Gracias entonces -hablo, igualando su tono de voz. -De nada -corresponde. El chico se aleja a atender a uno que le gritaba desde la otra punta de la barra. Dios, qué espalda. -Estabas coqueteando con el barman -escucho la acusación masculina en mi oído y me doy la vuelta, con la cara roja por el subidón que me dio ese condenado barman. -¡Noooo! Nada que ver -me defiendo, fingiendo inocencia, y Lucas se sonríe. -¡Siiii! Lo estabas haciendo. Te vi, y vi cómo se acercó a hablarte en el oído -acusa con tono burlón, el muy desgraciado. Maldito Lucas. -No sé de qué estás hablando -lo ignoro-. Sirve para algo -le digo, dándole los tragos. -Como sea, espero que por ponerte así de roja te haya regalado los tragos -entona divertido. Él sabe que así fue. -Obvio. ¿Qué pensabas, que lo iba a dejar acercarse sin nada a cambio? -digo sonriendo. Abre los ojos casi de manera cómica y después larga una sonora carcajada mientras camina detrás de mí -. Definitivamente, por el barman más hot que he visto -chillo conforme levanto mi trago, cuando me acerqué a los demás. -Por el barman -me secunda Sole. Lucas niega con la cabeza, divertido por la situación. Está tomando gratis, que no se queje. -Y bien, ¿qué tienes pensado hacer con lo que ganaste? -pregunta Gaby. -Ehh... -pienso unos segundos-. La verdad, todavía no lo pensé, pero seguro lo primero será mudarme... Supongo -respondo, articulando la última palabra más bajo, bastante dudosa, ya que de verdad no lo había pensado. -Bien; entonces, eso es lo primero que debes hacer -interviene Sole, asintiendo con la cabeza para darle más énfasis a lo que decía. -No -habla Lucas, sorprendiéndonos-. Lo primero que debe hacer es ir a la barra y traer más tequilas gratis. Todos nos empezamos a reír. No iba a ir de nuevo hacia allá, tampoco estoy tan desesperada por sexo... Pero por los Dioses del Olimpo, qué bueno está el barman. Justo, en ese momento, él se gira a mirarme y me guiña un ojo... La tentación, uno de mis peores pecados, el que más uso, y el que esté mirándome con ojos de depredador hambriento no ayuda. -No voy a ir de nuevo a la barra, ve y búscate tus propios tragos gratis -le contesto, sin quitarle los ojos de encima al cantinero. -Si claro, como si no quisieras ir de nuevo para allí -esboza, seguro y con supremacía. -No quiero ir de nuevo hasta allí -entono, firmemente. Vamos, así se habla Lina. -Al menos, disimula y mírame a mí cuando me hablas, y no al barman -exclama con tono irónico. Entonces miro a Lucas más roja de lo que estaba, mientras, los otros desprolijos se ríen sin miramientos. Maldito mi cuerpo traicionero, malditos mis amigos; malditos todos. -Te estoy mirando -le digo, perdiendo la poca paciencia que tengo. -No lo hacías Lina, lo mirabas como si le estuvieras haciendo sexo salvaje -afirma, mientras ríe. -Es verdad -secunda Gaby. -Y él también te miraba de la misma forma -acota Sole. Buenísimo, ahora los tres están señalándome. -Voy al baño -les anuncio, levantándome-. Y más vale que tenga un tequila en mi lugar para cuando vuelva. Camino haciéndome lugar entre la multitud para llegar al baño, y una vez ahí, entro a uno de los cubículos. Cuando salgo, me miro al espejo y retoco mi maquillaje; en ese momento escucho que The Weeknd con su canción "The hills", comienza a hacer presencia en el bar. Me encanta esa canción, por lo tanto me apresuro para salir a volver con los demás. Cuando salgo del baño me colisiono contra un enorme pecho, entonces levanto la mirada. Oh, bendito sea el creador del hombre. El barman me observa con una media sonrisa. -Disculpa -me las arreglo para decir. ¿Qué me pasa? -¿Me pides disculpas por chocar contra mí o por estar, todavía, pegada a mi cuerpo? -curiosea, arqueando una ceja. Oh mierda, sí, todavía seguía pegada a él, y unas de mis manos en su cadera. ¡Qué calor! -Eh... ¿Por las dos cosas? -Le sonrío y trato de alejarme, pero él me retien