extraño visita
sobre sus encuentros cada vez noche: algunos eran magistrales, otros algo traumantes. Crecí en este lugar junto a mi madrastra. Luego de que mi madre falleciera cuando aún era pequeña, mi padre se casó con Delle, una de las mujeres más influyentes de la ciudad y luego de algunos años, él también falleció. Así que Delle se encargó de mi educación y de que nunca me faltase nada. Solo debía cu
én se t
or lo visto mi madrastra los recibió cuando salieron de las zonas de las habitaciones. No le daba mucha importancia a los hombres que visitaban el burdel, pero ese hombre me intrigaba. Era extraño q
ar a mi habitación. Di la vuelta dispuesta a marcharme pero terminé chocando con uno de los enormes adornos y este cayó al suelo haciéndose añicos y llamando la atención de todos. Hora de enfrentar las consecuencias de tu
a -me dijo, tomándome de mentón para
ha hace unos m
ristal, donde Brianna y ese hombre, ya tot
na -me orde
, y yo la seguí
evarse. Subimos las escaleras como si hubiera un incendio esperándonos en su oficina, y al entrar, aquel hombre ya estaba allí. Me quedé de pie. Delle rod
rutado, señor Snow -l
en el reposabrazos del s
n mi propuesta?
olumna vertebral. Me mantuve callada y de pie, mientras e
aquí -le comentó Delle-
por aquella conversación se despertó. Di
na mujer, Delle -le explicó
gaveta del escritorio -que alguna vez fue de
n un asentimiento-. Irás a pasa
podía regresar a mi habitación donde debía haber estado todo el tiempo. Pero no. Delle me miraba con el semb
gunté, presa
zorra a
-dije, esta vez enfurecida-. No sé qué diablos
ae sobre mis hombros. Estamos a punto de ir a la ruina, B
os adornos del escritorio, mientras yo siento unas ga
ompleto desconocido? -pregu
una mujer que ahora me entregaba a otra persona por dinero. La rabia me invadió, aun así int
ará este contrato en el cual se compromete a cuidarte y a
cuchando?! -grité,
aldito objeto que podía pasar de una mano a otra. Sin va
es el patrimonio de tu padre;
uirme a mí? -le pregunté, con
se acercó a mi. Sus manos tomaron mi
ma rodó por su mejilla-. Tienes veintiún años y sigues viviendo aquí. Te alim
de la muerte de mi padre, se había convertido en mi tutora, y aún después
remos en la calle -me advi
, en absoluto silencio. Esperaba una respuesta; no le importa
es? -pregunté, dubita
regresarás y todo vol
lo que había hecho por mí. Ella merecí
lavarás y cocinarás para él. Nada más, mi niña
lajé los hombros y observé el reloj en la pared, que
pensarlo-. Pero s
ti -me re
u mirada se encontró con la mía, tan intensa que apa
papeles mientras debatía
yeron por mis ojos mientras caminaba detrás suyo con la cabeza gacha. Escuché a Delle a lo lejos desearme buena suerte y decir
a vez allí, debía cumplir con sus órdenes para poder regresar pronto a casa. Mi padre me protegería desde donde quiera que se encontrase. No iba a ser tan malo, esperaba, solo debía hacer l
aba que me encontrase sola con alguien desconocido, tenía que ser capaz
lo sea, sigue de pie y
s ojos fueron al espejo retrovisor y admiré el rostro de mi nuevo jefe -me niego a llamarlo dueño-, sus ojos azules estaban fijos en l
o y era alguien importante. Salió del coche, abrió mi puerta y me ayudó a bajar. Todos estaban vestidos de forma elegante, miré mi
s -me or
y luego nos adentramos por un pasillo hasta un enorme salón con varios muebles. Me quedé quieta mientras el siguió su cam
o seis hombres más en ese salón. Todas sus miradas esta
Austros? -preguntó uno de e
llí y que se llamaba Austros m
e, nuestra nueva empleada -anu
irvienta, sino también
como si tu vida no p