blemente consolándola por su fallido plan escolar. A pesar de saberlo, la casa se sentía inmensa y
sentirme parte del mundo real y no solo la protagonista de mi propio drama. Llevé a Leo en su car
nces l
La atmósfera entre ellos era íntima, relajada. Él se reía de algo que ella decía, con esa risa profunda y sincera que yo conocía tan bien.
aceptó, sus dedos rozando
declaración para mí. Eso no era amistad. Eso no era compañerismo. Eso era algo más
ción. Estaba a punto de darme la vuelta, de huir de esa escena
laba en el cu
cial. El collar que Mateo me había regalado para nuestro primer aniversario de bodas. L
dido. Se lo hab
una rabia pura y cristalina. Ya no había dudas, no había es
n feroz y crucé la calle. Me detuve justo al l
dije, mi voz sonando so
verme. Ximena se llevó instintivamente la mano a
í?", balbuceó Mateo, pon
a. Mis ojos estab
ije que es un bonito
a mezcla de miedo y d
diar. "Sofía, por favor, no hag
gría. "¿En cuál casa, Mateo? ¿En la que regis
r. Sentía sus miradas curiosas sobre mí, pero
do la voz. "Si es por el collar, te compr
n insulto. Creía que podía comprar mi
nca se trató del dinero. Nunca se trató de un estúpido collar. Se trata de res
a me observaba con una sonrisa apenas perceptible,
r del cuello de Ximena y tiré. La fina cadena se rompió con un cha
ego, sin decir una palabra más, me di la vuelta, caminé hasta el borde de la acera y lo dejé caer en una
mi hijo, sintiendo las miradas de toda la plaza clavadas