illo. La puerta de su habitación estaba entreabierta. Eran Julián y Sofía. Habían vuelto a la casa de sus padres, pro
lastimero. "Después de todo lo que has hecho por ella. Y todo por esa roca fea. La rompí a p
sido a propósito. La malicia de Sofía era aún m
a. Odio cuando me desobedece. Cree que porque nos vamos a casar, pued
ible sentido. Las veces que él la había humillado en público, las decisiones que había tomado sobre su vida sin consultarla, los "regalos" que eran más para él que para ella. Nunca había sido amor. Ni siqui
r. Se deslizó por la pared hasta el suelo, respirando hondo, tratando de controlar las a
taba el anillo de compromiso de diamantes. Lo metió en un sobre, junto con una nota simple que decía: "Te lo devuelvo" . No iba a enf
ón, por cortesía hacia los padres de Julián, especialmente hacia su madre, que siempre había sido amable con ella. Se puso
Sofía, por supuesto, también estaba allí. Julián la miró con furi
e" , dijo su padre,
tos que atender" , respondió ella
ó y le entregó una caja de regalo a Elar
án pensaba que a todas las mujeres les gustaba, una demostración de riqueza, no de afecto. Nunca se habí
a" , dijo Julián, sin mirarla. "Ahor
generoso. Pero no, gracias. No es mi estilo" . Lo miró directamente. "De
que Julián se quedó sin palabras por
ano a la frente. "Oh... me siento un poco mareada. Creo que... creo que me
an obvia que Elara casi se rió.
ó al lado de Sofía. La tomó en sus brazos, su rostro lleno de una preocupación que nunca, jamás, le hab
a sus padres sentados en un silencio incómodo. La madre de Julián la miró con una mezcla de pen
fresca. Desde allí, podía ver el ala de la casa donde estaban las habitaciones de invitados. Una de las lu
inó sobre ella. Sofía rodeó su cuello con los brazos y lo atrajo hacia ella. Sus labios se encontraron en
secreta que habían mantenido oculta justo delante de sus narices durante años. El último pedazo de su corazón, el que creía ya muerto