vacías, me asfixiaba. Yo, Sofía, la promesa del diseño de moda, aho
ndelabro principal, ella aferrada a su brazo con un vestido que ¡ay, qué ironía! era m
on desprecio. Sonriendo, me hizo una seña, y como si fuera u
emó el rostro, más que la mancha gélida en mi pecho. Me quedé paralizada,
i sueño de toda la vida, mi beca, mis diseños, todo me lo habían
a segunda oportunidad. Una oportunidad para vengarme
. Abrí los ojos, estaba sentada en mi pupitre, el pizarrón marc
banca, proclamaba su amor a Laura en voz alta. Él también recordaba. Ha
del callejón se transformó en una helada calma. Muy bien, Carl