cambió. Simplemente di un paso al frente, obligando a uno de
je, mi voz monót
us miradas confundidas y molestas en mi espal
esolución. Recordé las noches en vela, el café barato que era mi única cena, los bocetos que hacía en servilletas porque no podía
cado en mi objetivo. Carlos y Laura podían jugar a ser los reyes del patio de la escuela. Podían desperdici
ra la misma que la última vez. No escuela. Mi casa estaba lo suficientemente cerca como para no necesitarlo, pero necesitaba un ambiente de estudio
la ventana y vi un pequeño dron volando torpemente sobre el campo de
udía, rodeada, como siempre, de su corte de admiradores. La escena era tan ridícula, tan infantil, que cas
pequeña habitación era un bálsamo. Las noches eran mías, dedicadas por completo al estudio y al diseño. Mi porta
vés de los chismes del dormitorio que Laura se había quejado porque Carlos no la h
fetería, lo suficientemente alto para que media escuela la o
aloradamente con su madre en el estacionamiento de la escuela. Él le gritaba, ella lloraba. Después de esa discusión, Carlos apareció al día siguiente c
resultados se publicaron en el tabló
e desde mi posición anterior en el rango de los 40. Una sonrisa genuina
curiosidad, bu
ménez. P
ndoza. Pu
asi en el fondo. El "futuro genio" y su "r
se esparció como la pólvora. Era
a, la Sra. Elena, una mujer bien intencionad
¿puedo hablar c
, Sra.
edes... bueno, solían ser cercanos. Sus calificaciones son un desastre. Me preguntaba si podrías ha
bría aceptado sin dudarlo, impulsada por un
o y
-dije, mi voz amable pe
adeó, sor
pue
que debo concentrarme. No soy su tutora, ni su salvadora. Si él necesita ayuda, debe buscarla porbras. Le di una pequeña sonrisa
es salvar a alguien que está decidido a ahogarse. Y d