img La Medalla Perdida  /  Capítulo 1 | 18.18%
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Historia

Capítulo 1

Palabras:1113    |    Actualizado en: 07/07/2025

peó, un olor que conocía mejor que el suyo propio, pero por un segundo, se sintió completamente desubicada. La memoria de la sangre, el sonido de los huesos de Mateo rompié

a. Solo la delgad

a al ver a los hombres del Licenciado Vargas pisotear la condecoración de su padre, su último recurso, su única esperanza. Recordaba haberse lanzad

ba aquí. Viv

do las partículas de polvo que flotaban en el aire. Todo estaba exactamente como

itación se abrió co

e? Mamá Gallina me dijo que

n su cara. No había heridas. No había sangre. No había rastro del dolor que ella recordaba con una

aron de sus ojos sin que pudiera controlarlas, y se tapó la boca

neció y fue reemplazada por la preocupació

? ¿Tuviste un

por sus mejillas. Lo atrajo hacia ella en un abrazo desesperado, apretándolo tan f

citos delgados. "Soñé que papá nos llevaba a la playa. Y que me compraba un bal

la otra vida, en esa vida que acababa de dejar atrás, el último deseo de Mateo antes de que

recuerdo. Una advertencia. De alguna manera, por alguna razón que no

ión. No volvería a pasar. No dejaría que le arrebataran a su hermano. No dejaría q

tió, forzando una sonrisa que se sentía extraña en s

su tono, asintió y salió

edalla al Valor. La condecoración que le dieron por su último acto de servicio, el acto que le costó la vida. En su vida anterior, había esperado hasta que Mateo estuvo al borde de la muerte para usarla

ondo, debajo de una pila de sábanas viejas, su padre guardaba sus cosas más preciada

de miedo y esperanza. Apartó las sábanas con manos temblorosas. Ahí

metal. Esta era su arma. Su única o

dedores y los vecinos, estaba extrañamente silenciosa. Se asomó por la ventana y vio a dos hombres desconocidos parados en la esquina, observando su casa. No

su espalda. Algo estaba

darse prisa. Abrió el cerrojo oxidado

de su padre. Pero el hueco en el terciopelo rojo, el lugar dond

al Valor

negándose a procesar lo que veía. Vació la caja sobre la cama, sacudiéndola desesp

s piernas cedieron. Se derrumbó en el suelo, el aire escapando de sus pulmones, la oscuridad comenzando a invadir los bordes de su visión. El pánico, la des

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