hasta los huesos, el mismo frío q
junto con mi supuesto mejor amigo, Adrián, el huérfano que mi padre acogió, n
upación de Adrián fueron el preludio de la tortu
nfianza en esos traidores, firmó nuestra sentencia de muert
sino en mi propia cama, en el palacio, el día de mi compr
abíamos vuelto, y esta