todos amaban. Era amable, ingenua, siempre veía lo bueno en las personas, incluso c
n física. Si ella se caía y se raspaba la rodilla, a mí me dolía la pierna. Pero las emociones eran diferentes. Yo no se
omo un monstruo encadenado, y ella tenía la llave. Mis padres lo sabían. Siempre lo supieron. Por eso la protegían tanto, p
fal
la para el que no la prepararon. Y yo, por respetar su deseo de manejar las
steza, encontré su diario. Estaba escondido debajo de su colchón. Sabía que no debía l
caligrafía redonda y perfecta, pe
demasiado buena para una cerda como yo. Todos se rieron. La mae
labial rojo. Estuve ahí por dos horas hasta que el conserje me encontró. Dije que
que si le decía a alguien, subirían a internet una foto que me t
a, escrita con una letra temblorosa y manchada d
vez se asegurarían de que no me levantara. Dijo que sería mejor para todos si yo no existiera.
sformado en un hielo afilado. No había furia, no había
es. Estaban sentados en la oscu
Elena?" preguntó, s
ron haber hecho hace m
ió lentamente, sus ojos reflejand
mal. En el centro, bajo la luz de la luna, se alzaban tres árboles de aspecto extraño. Sus troncos er
eto. El secreto de nuestra belleza y nuestra fuer
vidrio frío
hacer que paguen. Cada lágrima. Cada insulto. Cada gol
struo dentro de mí sonrió, complacido. Ib